18. ¿Te quedarás?

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••• POV Alex •••

Justo cuando mi sangre hierve y mis manos se sienten tan llenas con su piel, Piper se queda en silencio y pronto se levanta de mí dejándome sola en la cama que comienza a enfriarse como si una tormenta cayera de pronto.
Me quedo desorientada por unos segundos, tratando de asimilar lo que acaba de suceder, estábamos a punto de coger por decisión mutua, aunque más bien fue ella la que nos llevó a esto, ¿verdad? Entonces no entiendo por qué es que se ha levantado tan abruptamente.

Me incorporo despacio y entonces mis sentidos vuelven a mí, la escucho dando arcadas en el cuarto de baño y de inmediato me encamino hacia allá.
Quizás no debería haberla hecho beber tanto café luego de la comida y el alcohol.

Me arrodillo a su lado y atrapo sus mechones dorados con ambas manos sosteniéndolos para que no se ensucien con lo que su estómago está devolviendo.
No sé qué mierda hacer, no suelo estar mucho en estas situaciones, así que simplemente trato de reconfortarla acariciando su espalda con la mano libre.
Parece que todo lo que comió está terminando fuera más rápido de lo que debería y aunque no estoy acostumbrada a limpiar vómito de ninguna superficie, una vez que ha terminado y se deja caer sentada junto a la pared, tomo un poco de papel de baño y limpio las comisuras de su boca mientras ella me observa avergonzada.

—Vamos a que te recuestes.

—Lo siento.— suspira.

—No quiero que te sientas culpable de nada, ¿de acuerdo?— me pongo de pie tirando el papel sucio al cesto y le tiendo mis manos para que se sostenga y se pueda levantar del suelo —Vamos a la cama y en seguida llamaré al servicio a la habitación para que limpien esto.

—No quería arruinar nuestro momento, ¡dios! Soy una completa estúpida.— se enjuaga la boca con demasiada agua y unas cuantas gárgaras de Scope.

—Claro que no, Pipes.— le sonrío de forma afable observando su ritual exagerado para limpiar su boca —No eres estúpida, y... Si quieres, después, cuando te sientas mejor, podemos retomar lo que hacíamos.

Me siento valiente solo de sugerirlo, aunque no sé si ella vuelva a estar en el humor o a tener ese atrevimiento que la gobernó justo hace un rato, porque sé que su cabeza hila demasiadas cosas a la vez cuando está haciendo algo que sabe, va contra las reglas.
Pero deseo mucho que quiera continuar con ésto alguno de estos pocos días que estaremos aquí en California.

—¿De verdad?— me dice mientras se seca con una toalla que le extiendo.

—Sí.— le beso la frente y la llevo conmigo a la cama para ayudarla a meterse bajo las sábanas mientras bajo un poco más la temperatura al aire acondicionado.

Llamo a la recepción para pedir que vengan a limpiar y con amabilidad la mujer me dice que en seguida enviará a alguien.
Piper me observa como midiendo cada uno de mis movimientos sin siquiera querer parpadear. Adoro ver sus ojos azules enfocados en mí, porque dentro de ellos hay cierta chispa de ternura, como si pudiera verme de una forma en que nadie más me ve y eso me gusta.

—En seguida estarán aquí para limpiar, ¿quieres algo más?

—No,— se ríe —no sería capaz de ingerir nada más luego de este desastre.

—¿Un poco de agua?

—Bueno, eso sí me apetece. Pero en el frigobar debe haber unas cuantas botellas.

OLVÍDATE DE MÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora