OLVÍDATE DE MÍ

28. Eso cambia todo.

••• POV Alex •••

Tengo su sabor en mis labios mientras ella está en casa seguramente rogándole porque la perdone y yo estoy dudando si beber este whisky con Nicky o seguir viéndola mientras bebe y me cuenta sobre Lorna y todo lo que han hecho estos días. No cabe duda de que ricitos es otra.

—¿Me estás escuchando?— dice lanzándome una servilleta hecha bola. —¿En dónde mierda tienes la cabeza? Ni siquiera has bebido un sorbo.

—Sí, perdón.— suspiro con los hombros más que caídos.

—¿Qué pasa? ¿Estás pensando en Piper?

—Creo que voy a meterla en problemas y esto va a acabar antes de siquiera tomar impulso.

—¿De qué rayos hablas?

La miro a los ojos por unos segundos y entiendo que ella es confiable. Es la mejor amiga de Piper y por supuesto que no va a decir nada, pero no sé siquiera si es buena idea que yo pretenda decirle lo que sucedió, pero no puedo con ésto y tampoco quiero agobiar tan seguido a Red. Sé que es una mujer ocupada y aunque nuestra amistad va más allá de las ocupaciones, sé que deja de lado parte de su trabajo por mí, así es que siempre insisto en pagarle como si fuera una consulta normal, de cualquiera de sus pacientes.

—Piper y yo...— trago con dificultad —Bueno, su esposa fue a la oficina y... No sé por qué siempre está tratando de humillarme, y en un arranque de enojo, hice cosas con Piper que no...— no puedo decírselo, así que bebo de golpe el whisky frente a mí sintiendo como me calienta la garganta —No debería decírtelo, pero mis dedos estuvieron en ella mientras su esposa estaba sentada al lado de nosotras en el comedor común.

—¡Santa mierda!— la carcajada de Nicky hace a todos en el bar voltear hacia nuestra mesa —¡Dios, Morticia! ¿Te la follaste delante de su esposa zombie? ¡Eso es otro puto nivel! ¡Ahora soy tu fan, déjame besarte los pies!

—¿Quieres bajar la voz?— le digo con un manotazo —Yo no estoy nada orgullosa de mí. Estaba enojada con esa mujer y usé a Piper para vengarme.

—Pero la rubia debe ahora estar más que jodida por ti.— me mira con picardía —Y no solo metafóricamente, en realidad está jodida por tus dedos. ¿Sabes cuánto tiempo se estuvo quejando de que Zelda no le daba ni los buenos días? Ahora su vagina debe ser la que le dice que no se separe de ti.

—¿Cómo sabes eso?

—Piper lloriqueaba por ti como imbécil.— dice mientras pide un par de tragos más que sirven en seguida —Su esposa ni siquiera le tocaba un pelo, y ella tenía que, ya sabes,— hace un ademán extraño —consolarse ella misma. Pero ahora seguro que su vagina está por explotar de tanto placer.

—No entiendo cómo alguien no querría llevarse a Piper a la cama.— digo algo contrariada —Es sexy, preciosa, inteligente y ni siquiera te cuento lo buena que es en el sexo. Ella es todo y más de lo que alguien pudiera pedir, e incluso más.

—Creo que esa mujer está chiflada, ¿Sabes? La tiene cada noche en su cama y ni siquiera le da un beso de buenas noches.

—Aun así, no debí...

—Oye, oye, oye.— me detiene en seco —No es todo tu culpa, ella debió detenerte si no quería que pasara. Piper es mi amiga, pero está mal de la cabeza, porque si yo fuera ella, no dudaría en mandar a la mierda a Zelda para cabalgar hacia el horizonte contigo.