38.Tú ya no eres libre

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••• POV Piper •••

Estaba conduciendo con ella hasta su departamento, de alguna manera en que no alcanzo a entender, terminó aceptando venir conmigo, pero no sé cómo diablos es que terminamos en el asiento trasero de mi auto a mitad del camino.

La veo a los ojos y aunque hay exitación, también hay cierto miedo, pero no se resiste a recorrer mi cuerpo, especialmente hacia mis manos que suben mi propio vestido y deslizan mis bragas camino abajo por mis muslos.
No hay suficiente espacio aquí, pero justo ahora eso me importa una mierda, porque mientras menos espacio haya, más juntas vamos a estar.

Quisiera tener el valor de preguntar si puedo sentarme sobre ella, pero no quiero que su lógica y esas palabras juiciosas que se escapan de ella vayan a arruinar el momento con discusiones disparatadas. Así que simplemente me sostengo el vestido con una mano y con la otra me apoyo de su hombro para sentarme a horcajadas sobre la preciosa pelinegra que pronto coloca sus manos en mi culo mientras me come la boca con desespero.

Alex tiene una mezcla de alcohol del vino que estuvo bebiendo y también cierto enojo que no le va mal. Es como una especie de cóctel que se sirve en las rocas y que pronto empieza a hacer sentido en mis papilas.
Su lengua altanera se desliza dentro de mi boca y pronto ya no soy consciente de lo que sucede a mi alrededor.
Solo sé que me estoy balanceando sobre ella, sintiendo como sus manos se entierran en mi carne y como mi sexo ardiente se roza contra la mezclilla de sus jeans.

No puedo hablar. Justo ahora es imposible que yo pueda articular palabras con alguna lógica, porque lo único que quiero es que ella se entierre en mí, que sus dedos tracen el camino a mi interior, que busquen en mi cuerpo un refugio ante cualquier cosa que hayan podido pensar sobre mí y mi matrimonio que nunca ha sido suficiente y nunca lo será.

Su boca es violenta, avasalladora.
No hay forma de que no pueda sentir cierto odio en la forma en que me está consumiendo, porque sinceramente Alex es como la chispa que enciende la dinamita que hay en mí y una vez que toca la mecha, ya no hay manera de apagarla.
Y no sé si esto va a ser suficiente, si el solo rozarme desvergonzada contra sus jeans me de la sensación que necesito justo ahora, pero no voy a rendirme o no al menos hasta que ella me lo pida.

Pero contrario a eso, los labios poderosos y calientes de Alex me comienzan a trazar un camino de besos desde mi mandíbula hasta mi cuello.
Besa lentamente, casi con devoción motivando que mis movimientos sean más duros y ásperos, porque ella me está incendiando completamente con esa forma de tenerme tanto lenta como desesperadamente.

Muerde mi cuello casi con enojo y una de sus manos no tiene contemplación cuando baja mi vestido por el hombro, incluso creo que he escuchado un crujir de la tela, pero puede hacerlo añicos si quiere. No me importa.

Y cuando veo sus ojos maravillados con mi pecho que ahora está descubierto, no puedo evitar quedarme sin habla e incluso siento como mi boca se seca.
Sus ojos están tan perdidos en mi piel que sinceramente me siento un tanto cohibida, pero me encanta turbarle los sentidos de esta forma en que sé que no lo logro con nadie más.
Alex es mi seguridad y mi valentía, incluso solo con esa forma de mirarme tan intensa y llena de deseo.

Intento dirigir su rostro hacia el mío, porque mis labios necesitan de sus atenciones otra vez, pero sinceramente es más bien porque mi cuerpo anhela recibir algo, cualquier cosa de ella y no puede aguantar ni un instante más.
Siento sus mejillas cálidas en mis manos por un segundo efímero en que nuestros ojos hacen su magia conectándose como si solo hubieran sido creados para eso, pero ella se mueve y me hace que la suelte.

Una última mirada a mis ojos y con ferocidad se dirige a mi pecho descubierto y no se anda con rodeos.
Alex lo envuelve con sus labios y su bendita lengua lo hace rodar por un instante, antes de dejarme sentir sus dientes apretarlo con un leve ardor que se convierte en placer electrizante que recorre mi cuerpo entero en un segundo.
Y con desespero busca bajar el resto del frente de mi vestido y sus labios miman uno y otro pecho repartiendo mordidas y lamidas carnales que solo me hacen arquearme sobre ella.

OLVÍDATE DE MÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora