37. Quiero volver a saber todo de tí

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••• POV Alex •••

A veces puedo ser tan malditamente ingenua que incluso ni yo misma lo entiendo. ¿Cómo rayos puedo creer que Piper de verdad estaba interesada en mí?
No debería haberla seguido fuera del restaurante, pero una estúpida corazonada me hizo perseguirla luego de que su esposa prácticamente le exigiera irse de ahí.

Veo y parece que al mismo tiempo mis ojos se nublan, porque no puedo ver eso.
No me gusta en absoluto ver cómo sus lenguas se encuentran y se restriegan una a la otra demostrando cuánto se pertenecen. Y no solo eso, más bien la mano que apresurada le sube el vestido me hace sentir tanta rabia que desearía poder detenerla.
Pero no tengo derecho y puedo sentirme todo lo mal que quiera, pero ni siquiera aún así permitiré a mí misma atacarlas para hacerlas detener.

Los ojos de la pelirroja me miran por un instante y veo esa media sonrisa con maldad que me dedica para en seguida separar los muslos y dejar que la mano de Piper la acaricie de esa forma mágica en que sé que se siente.
Y la rubia no escatima en atenciones, la veo empeñarse en tocar a su esposa de forma apresurada, casi ruda, sí, pero también con la misma urgencia proveniente de ella misma.

Veo como la acaricia, como la toca buscando esa misma respuesta rápida y urgida de su parte, y no sé si el verme aquí, con el rostro desencantado por ver que el amor de mi vida está pretendiendo follarse a otra en un estacionamiento le hace entregarse más a ella, pero sí estoy segura de que me está viendo y que esa sonrisa en sus labios no es precisamente de disfrute, si no más bien de maldad.
Parece que ha detectado que no me hace precisamente feliz el hecho de que estén cogiendo justo frente a mí.

—Deja de ver este circo, Alex.— Nicky me palmea el hombro —Nada de lo que acabas de ver es verdad.

—¿Y qué hago con lo que siento?

—Ella se dará cuenta.— asegura —Incluso yo le he dado su espacio. No puedes abrirle los ojos a quien no quiere ver, tiene que abrirlos por ella misma.

No puedo seguir viendo esto y Nicky tiene razón, sé que probablemente debería estar volviendo con mis amigas allá adentro, pero la verdad es que no quiero tener que explicar por qué estoy conteniendo tanto las ganas de llorar.
Así que simplemente me apresuro hacia la salida, evitando a toda costa levantar el rostro que no puedo pretender sostener y Nicky me deja ir sin decir una sola palabra, porque sabe que va a ser en vano.

Debería arrancarla de aquí, simplemente dejarla de lado así como ella ha hecho conmigo, pero creo que el amor que siento por esa rubia es mi condena, y no estoy segura de que ella pueda sentir algo similar por mí, porque al menos hasta ahora creo que no es lo que me ha demostrado.
Y no la entiendo, porque cuando está en mis brazos parece que no existe nada ni nadie más para ella, es como si todas sus ganas y su voluntad fueran solo para mí.
Sin embargo ahora no puedo sacar esas imágenes de mi mente.

—¡Hey!— la escucho gritar a mis espaldas, pero no me voy a detener. —¡Alex!

Me seco las lágrimas con el dorso de la mano y mis pasos se arrecian conforme voy avanzando por la acera.
Una lámpara del alumbrado público parpadea cuando paso junto a ella y como una especie de ventaja, alcanza a tocar mi hombro y me hace detener.
No puedo estar huyendo todo el tiempo, ya debería aprender eso de una buena vez.

—¿A dónde cree que va, señorita?— me dice bromeando en forma de regaño —Usted y yo estábamos teniendo una cita, ¿lo recuerda?

OLVÍDATE DE MÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora