27. Muy estúpido, pero valiente

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••• POV Piper •••

Sé que no es lo más honorable de mi parte, pero escuchar a Zelda reclamarme por el comportamiento de Alex y dudando sobre mi permisividad hacia ella me pone de nervios.
No quiero que se de cuenta de nada de lo que pasó entre nosotras y tampoco que eso aleje a Alex de mí, o a Zac.

No es justo pedirle a mi pelinegra lo que le estoy pidiendo, y sé por su ceño fruncido, que he sobrepasado todos los límites de la decencia entre nosotras. Debería odiarme por siquiera proponérselo, pero necesito que me ayude a guardar este secreto entre nosotras, porque no estoy lista para dejarla ir y para volver a morirme en vida sin su compañía.

Se queda en silencio solo mirándome y sé que debe estar debatiéndose a sí misma lo que acabo de decir porque seguramente, no quiere ceder pero está pensando en hacerlo. ¿Por qué la he puesto en una situación como esta cuando Zelda es quien ha comenzado a ofenderla en primer lugar? Alex no se merece nada de esto y creo que ni siquiera debería estar pidiendo tanto de ella.

—Bien.— suelta un suspiro hondo —Pero si ella comienza a joderme, no voy a evitar contestar y luego me largaré de ahí.

—Eres la mejor.— me acerco a besarla y ella se aparta de inmediato.

—No.

Su negación me duele y me sorprende a tal grado que seguro lo nota en mi rostro y sus ojos expresan esa altanería que tantas veces le recriminé, pero que me pasé también tanto tiempo extrañando.
Estoy por responder a su negativa, pero ella se me adelanta y continua.

—Acabas de besarla y no has cepillado tus dientes, ¿crees que voy a dejar que me beses a mí?

—Cierto.— sonrío porque no hay forma de justificar eso —Perdón.

—Y no quiero una hamburguesa.— le digo saliendo de mi sitio —Quiero el jodido desayuno más caro que puedas encontrar.

—Eres tan sexy siendo mala.— me muerdo los labios mientras pasa a mi lado.

—Quisiera decir lo mismo, pero tú eres todo lo contrario siendo su sumisa.

Caminamos hasta la puerta que abro para ella y me dedica una mirada de cierta molestia, pero no puedo evitar sentir el calor que me recorre por todo el cuerpo al verla de esta manera.
Aunque ciertamente no me agrada que me llame sumisa, porque no lo soy.
Ni siquiera me gusta mucho ese rol, y quizás con Alex es aplicado de otra manera, pero Zelda jamás entendería lo que eso quiere decir.

—Soy una puta cobarde.— asiento. —Lo lamento.

—Nos parecemos en algo.

Su rostro finge una sonrisa que sé bien decir no tiene ni un poco de genuina, porque conozco sus gestos y Alex es bastante evidente cuando algo le lastima y aunque no sé bien qué es lo que dije que la hizo sentir así, y quisiera poder besarla, pero ya ha dicho que no lo haré y tiene sentido.

Caminar hacia mi oficina sabiendo que Zelda está ahí es lo menos erótico que he hecho con Alex.
Incluso pelear cuando no quería que se acercara a mi vida, tenía un tinte un tanto sexy que no podía evitar.
Las manos me sudan y mi cuerpo entero se siente tenso, no quiero estar en mi oficina con ella, y menos aún que Alex y yo estemos en el mismo sitio con ella.
Es jodidamente extraño lo mucho que estoy comenzando a detestar a Zelda y cuánto sentía que me agradaba antes de que Alex estuviera de vuelta.

OLVÍDATE DE MÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora