25. Magia

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••• POV Piper •••

No sé qué tipo de persona soy ahora, cuando debería haber estado con mi familia desde ayer y en vez de eso le rogué a Alex como una niña que me dejara subir con ella a su departamento. Pero es que no tenía ni un poco de ganas de dejarla y mucho menos de ver a mi enojada esposa que precisamente me está mirando justo ahora con un gesto que difícilmente se va a borrar de su rostro.

—¡Mamáááá!— mi pequeño rubio salta a mis brazos ya con su uniforme del colegio y el cabello alborotado aún sin peinar.

—¡Hola, mi amor!— lo envuelvo en mis brazos con tanta fuerza que siento que nos volvemos uno solo —¿Cómo estás?

—Ahora feliz,— me toma por las mejillas —¿por qué no viniste ayer?

—Tuve algunas cosas que arreglar con tía Nicky, pero te he traído algo.— le digo poniéndolo de pie en el suelo mientras le entrego la bolsa de papel que Nicky me dio esta mañana que fue a recogerme a casa de Alex.

—¿Qué es?

—Ábrelo y lo averiguarás.— le sonrío revolviéndole el cabello mientras se aleja camino a la mesa del comedor.

Observo a Zelda y ahora me da la espalda acomodándose el cabello mientras avanza hacia la cocina.
Sé que no me lo ha dicho y que probablemente es caer en su juego, pero está claro que lo que quiere es que la siga y eso es justamente lo que estoy haciendo.

—¿Por qué estás molesta?

—Incluso me ofende que preguntes.— dice frunciendo el ceño mientras se sirve una taza de café y Zac grita emocionado que le encanta su nuevo set de LEGO —¿Dónde pasaste la noche?

—Con Nicky.— le miento como ya es mi costumbre.

—No te entiendo, ¿sabes?— parece que no tiene nada de ganas de gritarme, y no sé a qué grado eso es mejor o peor —Pensé que querías volver con nosotros lo más pronto posible, que nos extrañabas tanto como nosotros a ti, pero ya veo que tu empresa es más importante que tu esposa y tu hijo.

—¿De qué hablas? Claro que quería estar aquí.— le vuelvo a mentir, porque si por mí fuera, estaría cogiendo con Alex justo ahora en su amplio colchón que ni siquiera tiene base, pero es más cómodo que cualquiera de mis lujos aquí.

—Zac te echaba de menos y no te mereces que él sufra por ti, ¿Crees que un tonto juego de LEGO lo va a comprar? Bueno, puede ser que a él sí, pero conmigo no te van a funcionar esas cosas.

—Vamos, Zel...— me acerco a ella —Tenía que trabajar, no sé que es lo que....

—Es demasiado temprano para arruinar mis buenas vibras contigo, y para variar tengo que llevar brownies a la clase de Zac. Así que más vale que me dejes sola un momento.

—Ven aquí...— me acerco a envolverla en mis brazos porque sé que no quiere que me vaya aunque lo ha dicho.

Es tan irónico lo raro que se siente abrazarla así. Mis brazos no son para ella, no embona conmigo de la forma en que Alex lo hace.
Su aroma no es ni la mitad de bueno que el de la pelinegra que estaba besando esta mañana. No debo pensar en ella, pero es tan diferente la sensación que no puedo evitar compararla, pero ninguna de las dos se lo merece.

—Hueles...— se separa un poco de mí y yo no soy capaz de besarla para hacer que guarde silencio porque me está poniendo de nervios —diferente...

—Debe ser por el viaje, iré a darme una ducha.— le beso la mejilla y me alejo definitivamente de ella.

Contrario a lo que habría creído, mi esposa no va tras de mí, simplemente se queda en la cocina preparando su taza de té y no dice nada más. Es raro que la discusión termine aquí, pero sea lo que sea que esté pasando por la cabeza de Zelda, más me vale tener el doble de precaución en mi tiempo con Alex.

OLVÍDATE DE MÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora