—¿Dónde estoy? ¿Qué me paso? ¿Quién eres? — su voz estaba rasposa, podía notar que le era difícil hablar. Sus ojos estaban muy abiertos y me miraban desesperados.
Por alguna razón yo no podía moverme, la impresión de verla despierta estaba sobre mí. No me esperaba todo esto.
—¿Por qué no me dice nada y me mira como si estuvieras viendo un fantasma? ¿Qué me pasó? — se toqueteaba la cara y su cuerpo, como si no lo reconociera.
Audrey tembló y se abrazó a sí misma, ese instante reaccioné. Ella no sabía que estaba pasando, estaba desorientada y débil, como toda persona al despertar de un coma. No merecía que me comportara como una inútil. Me tragué mis emociones porque tenía que ayudarla.
—Tranquilízate Audrey — dije parandome del sillón y acercándome lentamente a ella, no quería asustarla — Estas en un hospital, tuviste un accidente.
—¿Cómo sabe mi nombre? ¿Cuál accidente? — estaba comenzando a hiperventilar pero luego comenzó a toser — Me siento tan débil.
—Te cuidé un tiempo cuando llegaste al hospital, por eso es que sé tu nombre. ¿Audrey Blair? — pregunté para asegurarme que su memoria estaba bien — ¿Cuántos años tienes?
—Veinticinco — susurró.
—¿Quiénes son tus padres?
Por un segundo ella se quedó quieta mirando al frente, no quise moverme ni un centímetro hasta que ella dijera algo. Tenía que ser cuidadosa para no asustarla.
—Marie Anne y Joseph Blair — dijo mirándome con sus ojos acuosos — ¿Dónde están? ¿Dónde está Alex?
Me paralicé por un momento, ella recordaba, Audrey no había perdido la memoria, sólo estaba muy desorientada. Respiré con alivio.
—Audrey, ¿recuerdas el accidente? Manejabas muy rápido y caíste por un acantilado — pregunté, aun sin moverme de mi lugar.
Silencio de nuevo, Audrey miraba a su alrededor como si tratara de unir las piezas de su mente y su memoria. Esa era la última respuesta que iba a pedir, no la forzaría a más. Se agarró la cabeza con ambas manos y de repente dio un salto, sus manos fueron a su regazo y luego me miro.
—Oh por Dios, el accidente. Sí, lo recuerdo — comenzó a decir ella asintiendo pero sus ojos se llenaron de lágrimas.
Me acerqué a ella lo suficiente pero entonces ella tomó mis manos y me atrajo un poco más.
—Estabas inconsciente — dije, no quería decirle ni una mentira porque ella necesitaba la verdad.
—¿Cuánto ha pasado? — murmuró, en su rostro se vio reflejado el miedo. Ella estaba comprendiendo.
—Bastante. Tu golpe en la cabeza fue tan fuerte que estuviste en coma — respondí, ella miró alentándome a que le diera una cifra. Tomé aire y le di un apretón un poco más fuerte a sus manos — Han pasado siete meses.
—Oh por Dios — se echó a llorar, no pudo contenerse más.
No sabía que decirle para calmarla y confortarla; descubrir que habías estado ausente tanto tiempo debía de ser un dolor terrible y nada podría hacerte sentir mejor.
—Calma Audrey, estás mejor, estábamos esperando que despertaras. Estas a salvo — sus sollozos no podían ser calmados — Necesito llamar al Doctor Green, el médico que te atendió — mi mano soltó la de ella para tomar el localizador y mandar el mensaje al doctor.
—¿Por qué nadie estaba esperando por mí? ¿Por qué? — dijo mientras lloraba — ¿Acaso no les importo?
—No, no, no es eso — traté de tranquilizarla — Tus padres han estado todo el tiempo aquí a excepción de las veces que van a casa a descansar por unas horas. Ellos siempre estuvieron aquí.
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Little bit of medicine, little bit of love. [Disponible en Físico]
ChickLitAmy Miller, es una doctora interna en el Hospital San Martín de Londres que suele ser muy amable con sus pacientes a tal punto de crear conexiones especiales con ellos. No lo hace a propósito, ella sólo quiere ayudar, pero nunca tomó en cuenta las a...