Un mensaje de Alex me avisó que Audrey había entrado en trabajo de parto por la madrugada, yo estaba en mi fase de sueño profundo cuando recibí el texto y no lo vi hasta que me levanté.
Elijah iba a nacer.
Estaba feliz por Alex, por fin conocería a su bebé pero debía admitir que yo no lo veía del todo feliz. Como si no pudiera creerse que sería padre y menos que sería el bebé de Audrey. La noticia del embarazo fue una bomba para ambos pero él se lo tomó con total calma, sabía lo que iba a hacer y jamás dejo que se le cerrara el mundo. Siguió adelante, buscó soluciones. Temía que en cualquier momento él se quebrara pero no lo hizo, por lo menos no en mi presencia, no como yo me había quebrado.
Era difícil hacerse a la idea de que el bebé nacería, el tiempo en el que Audrey despertó a ese día fue relativamente corto. A pesar de que había acompañado a Audrey en sus últimos chequeos Alex estaba distante, apenas si hablaba del bebé y ni si quiera me dio la noticia de que habían elegido nombre. Aunque noté su alegría al descubrir que iba a ser un varón y pude ver sonrisas al ver cómo veía los ultrasonidos en cuarta dimensión, dónde se apreciaba bien la carita de Elijah, aun así yo notaba que él no era completamente feliz.
No me demoré más tiempo en la cama y llamé a Alex.
—Hola Amy — me saludó al descolgar.
—Hola Alex, ¿cómo está? — sabía a qué me refería, era tan incómodo hablar de ella y de su bebé.
—Con dolores, cada vez son más intensos, pero bien — su voz sonaba nerviosa, Alex no estaba listo — Ya está en la sala de partos.
—De acuerdo — hice una pausa — Todo esto está pasando demasiado rápido — murmuré.
—Sí, aun no me puedo creer que voy a ser padre en unas cuantas horas.
—¿Estas bien tú? — pregunté, me preocupaba mucho por su bienestar.
—Sí, nervioso. Feliz porque conoceré a mi hijo pero... tú sabes... — suspiró, su voz se volvió más baja — Es hijo de la mujer que ya no quiero.
Como me temía, él no estaba completamente feliz por tener un bebé con Audrey pero la vida nos había puesto esto en el camino y no podíamos esquivarlo, yo sólo quería un botón de acelerar para que todo esto pasara muy rápido y dejara de doler.
—Voy a preparar a Michelle para irme al hospital. Hoy toca que se quede en la guardería, tal vez quieras verla, ella tiene ganas de verte.
Escuché como reía.
—¿Y tú?
—Extrañándote, la cama se siente muy vacía.
—También te extraño. Ya quiero que esto termine — dijo, de nuevo en voz baja.
—Pronto— fue lo único que pude decir.
Alex dio un largo suspiro y me lo contagió. Estábamos tan hartos de fingir, de escondernos, de sentirnos incómodos. Estábamos tan sedientos de libertad que este día que podía estar lleno de alegría y emoción se convertía en una pesadilla.
—Te veo en un rato.
—Te veo.
En cuanto finalizó la llamaba corrí por Michelle para prepararla lo más rápido que pude. Alex me necesitaba, nos necesitaba, él quería tener a su pequeña familia junto a él en un momento que lo hacía tener sentimientos encontrados. No podía culparlo, también tenía ese tipo de sentimientos.
**
Llegué al hospital con Michie aferrada a mi costado y cargando con su pañalera y mi bolso del otro brazo. Era un día común y corriente en mi lugar de trabajo. No había dado ni tres pasos dentro del edificio cuando Mia apareció frente a mí y me detuvo.
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Little bit of medicine, little bit of love. [Disponible en Físico]
Chick-LitAmy Miller, es una doctora interna en el Hospital San Martín de Londres que suele ser muy amable con sus pacientes a tal punto de crear conexiones especiales con ellos. No lo hace a propósito, ella sólo quiere ayudar, pero nunca tomó en cuenta las a...