Llegué hasta el laboratorio donde Shelby, la enfermera encargada, me tendió mis resultados en un sobre. Rápidamente lo abrí y comencé a leerlo.
Todo parecía estar normal en mí exceptuando que mis niveles de hemoglobina* estaban un poco bajos, dentro de un rango normal, pero además de eso no había nada perturbarte en los análisis. Entonces mis especulaciones eran correctas, necesitaba mejorar mi alimentación. Y yo saltándome la hora de la comida para tener sexo. ¿Eso me hacía una ninfómana? Deje de preocuparme por mis problemas mentales cuando recordé que Mia quería saber el resultado de aquellos análisis y que también quería que estuviera en su área en mi tiempo libre. Miré mi reloj y después salí corriendo de ahí, esperaba que no fuera demasiado tarde.
Caminaba a paso rápido por el hospital, el área de pediatría estaba esa tarde un poco agitada. Tal vez por eso Mia quería que estuviera ahí. Me asomé por cada habitación del lugar, pero no podía encontrarla. "¿Dónde diablos estas, Mía?" decía en mi mente.
Cuando estaba a punto de llegar al final de aquel gran pasillo, una pequeñita y un chico salieron de quien sabe dónde, brincando frente a mí y sacándome un buen susto. Pegué un grito, por unos segundos me quedé inmóvil y con la boca abierta. Los dos comenzaron a reír fuertemente y yo los seguía mirando con los ojos bien abiertos. Poco a poco fui dándome cuenta que todo había sido una broma, me crucé de brazos y fruncí ligeramente el ceño.
—Emily, creo que estamos en problemas — dijo el chico que cargó a la pequeña en sus brazos.
Entonces el muchacho se volvió a mí. Lo pude ver mejor. Era alto pero de complexión robusta. Tenía el cabello negro y despeinado, unos ojos de color verde azulado y una sonrisa impecable.
—¿Por qué han hecho eso? —pregunté confundida, pero para nada molesta.
Vi como la niña se ponía sus manitas en su boca y ahogaba una risita. Llevaba una pequeña bata color rosa pálido, y su cabello castaño estaba peinado con dos colitas detrás de sus orejas. Tenía, al igual que el chico, unos ojos verdes. Era preciosa.
—Dile Emily — dijo el chico mirando a la pequeña aun en sus brazos, pero ella escondió su rostro en el cuello de él.
Me reí, esa escena me pareció muy tierna.
—Lo siento doctora, es que Emily estaba aburrida y dijo que sería divertido asustar a las personas — se excusó el chico —. No se le puede decir que no a esa sonrisa.
Me reí con más ganas.
—Casi me da un infarto... — exclamé.
—Por eso no hay problema doctora, aquí hay muchos doctores que pudieron haberla atendido en cuanto antes — me guiñó un ojo.
Puse los ojos en blanco pero no pude evitar echarme a reír de nuevo.
—Deberían de ir a su habitación, vamos los acompaño — les dije amablemente, además quería saber si Mia estaba cerca.
El chico se dio media vuelta y yo lo seguí dentro de la sala.
—¿De casualidad conocen a la Doctora Mia Parker?—pregunté, sería muy de suerte si la conocían o si eran sus pacientes.
El chico se volvió a mí y me miró con preocupación.
—La verdad es que yo...es mi primer día aquí en el hospital, no conozco a los doctores que atienden a Emily — contestó.
—Ah... no te preocupes — le dije lanzándole una sonrisa.
Entonces mi mirada se paseó por la sala, había varios niños ahí, acomodados en diferentes secciones y divididos tan solo por unas cortinas blancas, pero lo llamó mi atención fue ver que muchos de esos niños no tenían cabello. Fue entonces cuando me di cuenta que estaba en el área de oncología.
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Little bit of medicine, little bit of love. [Disponible en Físico]
ChickLitAmy Miller, es una doctora interna en el Hospital San Martín de Londres que suele ser muy amable con sus pacientes a tal punto de crear conexiones especiales con ellos. No lo hace a propósito, ella sólo quiere ayudar, pero nunca tomó en cuenta las a...