Me apresuraba a subir las escaleras con mucho entusiasmo, escuchaba los pasos de Alex a mis espaldas al tiempo en que su hermosa risa sonaba y se colaba por mis oídos. Parecíamos dos niños pequeños, jugando al "atrápame si puedes" intentando no ser encontrados por aquél que nos perseguía. Sin embargo, esto no era un juego.
La clínica del Doctor Winsdor y la Doctora Mcguennisse me abría sus puertas para empezar a trabajar con ellos. Después de dos años como residente de genética médica en el hospital, pasaría mi último año de estudio haciendo mi trabajo justo ahí como ayudante del Doctor Winsdor. La clínica era enorme, no obstante solamente especializada en ginecología, obstetricia y tratamientos de fertilidad. Ahí mismo se realizaban las consultas, operaciones y estudios de laboratorio. Tenía apenas un año en funcionamiento y hasta ese momento los doctores me invitaron a ser parte de su equipo de trabajo. Estaba ilusionada con el nuevo trabajo, mi tiempo se dividiría pasando las mañanas en el hospital y las tardes en la clínica, algo que me dejaba mucho más campos de experiencia y dinero extra.
La puerta de lo que sería mi consultorio estaba cerrada, pronto en ella se encontraría una placa que diría: Dra. Amy Miller. Genética Médica. Sólo un año y mi especialidad se daría por terminada. Alex cargaba una caja con cosas de oficina y utensilios para decorar mi espacio personal, y yo en mis manos llevaba un cuadro de la Torre Eiffel y las llaves.
Apresuradamente metí la llave en la manija y de un tirón abrí la puerta. Di un paso dentro y aspiré el aire de mi nuevo consultorio, lugar dónde pasaría mis tardes atendiendo a los pacientes. Dentro sólo estaba un pequeño escritorio debilucho de madera, con dos cajones incluidos, había una mesa de revisión y un par de sillas frente al escritorio. Alex depositó la caja en la mesa y se giró a observar el cuarto de tamaño aproximadamente de tres por dos.
—Es lindo — dijo mirando hacia todos lados.
—Es perfecto — puntualicé — Ya quiero consultar.
Alex se rio de mi entusiasmo.
Los doctores decidieron que era un buen día para que fuera a colocar mis cosas ahí, era domingo, no había muchas personas en la clínica más que unas cuantas pacientes recién operadas y las enfermeras de turno. Un día perfecto para decorar ese pequeño espacio.
—¿Comenzamos? — preguntó Alex rodeándome la cintura con sus brazos y dedicándome una bella sonrisa.
Me puse de puntillas para besar sus labios y luego asentir energéticamente.
Sacamos el periódico de la caja y lo esparcimos cubriendo el piso, tapamos los muebles con un par de sábanas viejas y nos vestimos con grandes camisones para comenzar a ponerle color al cuarto. Me decidí por un tono crema, no quería las paredes blancas aburridas y el color crema no era tan escandaloso. Por mí podría haberlo pintado de rosa o azul, o una combinación de ambos, pero decidí no méterme en problemas. Tomamos las brochas y sin más demora esparcimos la pintura sobre la pared.
Alex hizo sonar música con el reproductor de su celular y mientras dábamos pinceladas, nos movíamos al ritmo de ellas. Me asustaba cada vez que él se acercaba y me tomaba de la cintura para bailar conmigo, algo que me hacía reír pero que no me hacía detenerme de bailar con mi novio. También cantábamos y nos hacíamos bromas, o jugábamos competencias en diferentes secciones. Pasar un domingo así con Alex era de lo mejor, no me aburría.
Hacía tres años que nos habíamos conocido y hasta ese día yo no había dejado de amarlo. Amaba cada cosa de él, disfrutaba de sus momentos románticos, de sus mimos, de la forma en la que me hacía reír y también de las veces en las que me hacía enojar. Era mi apoyo en mis días tristes o malos y el mejor compañero para ir de compras o ver una película. Compartíamos todo, alegrías, tristezas, enojos, éxitos, cama, baño, cocina. Era una vida casi perfecta a su lado. En esos tres años nos habíamos dedicado completamente el uno al otro, descubrir esas cosas que aún nos faltaba conocer, porque después de tantos momentos amargos en el pasado era tiempo de cultivar y cuidar nuestro amor día con día.
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Little bit of medicine, little bit of love. [Disponible en Físico]
ChickLitAmy Miller, es una doctora interna en el Hospital San Martín de Londres que suele ser muy amable con sus pacientes a tal punto de crear conexiones especiales con ellos. No lo hace a propósito, ella sólo quiere ayudar, pero nunca tomó en cuenta las a...