No importaba que yo siguiera sensible con respecto a todo lo sucedido porque la semana que vino después casualmente estuve de nuevo cerca de situaciones muy relacionadas con la muerte. Y tal vez eran cosas que tenían que pasarme para reflexionarlas y analizarlas con atención. Me hizo pensar en mi propia vida y en la de mis seres queridos, en valorarlas más, en cuidarlas y de disfrutar todos esos momentos que teníamos juntos ahora. Nadie estaba seguro de cuando le llegaría su hora, como lo había dicho Alex, podía llegar tan repentinamente que ni nos daría tiempo de despedirnos.
¿Cuántas veces no había escuchado las palabras "dile a tus seres queridos lo mucho que los quieres hoy, no esperes más, porque tal vez mañana no estemos para decírselos"? Pero ahora era cuando realmente lo comprendía y tenía sentido.
La muerte es inevitable e imprescindible. Parte de el ciclo de una vida, una vida que es tan efímera. La muerte es una incógnita. un misterio... y es incomprendida.
¿Cómo explicarle a una madre, que su hijo de apenas quince años, sano, deportista, con un buen desarrollo, ha muerto? Ni yo misma podía creerlo, pero eso había pasado. Un paro cardiaco había acabado repentinamente con su vida. El chico llegó al hospital ya sin ningún signo vital.
Al darle la noticia a la madre me pidió que siguiera intentándolo, que hiciera lo que tuviera que hacer para que lo salvara. Y lo intente. Fueron acciones heroicas lo que tuvimos que hacer yo y mis compañeros, cambios de temperatura muy elevada, adrenalina en su corazón... pero no... el joven ya no despertó.
Yo le explique una y otra vez a su madre, con detalles, con tacto, pero ella no se lo creía, no le cabía en la cabeza que esa fuera la realidad. No fue hasta que la llevé con su hijo, que lo mirara, para que se diera cuenta de la verdad; y ahí fue entonces cuando se dio cuenta que lo había perdido. Se abalanzó a mis brazos llorando con fuerza y yo deje que se desahogara, no ocupe decir nada porque lo único que necesitaba era un hombro donde apoyarse. A veces no decir nada era mejor que decir algo...
Dos días después de eso, una señora llegó al hospital quejándose de un gran dolor abdominal. Lo describía como un dolor horrible. Yo estaba apoyando al gastroenterólogo ese día y tenía mi estómago preparado para cualquier cosa. Sólo que lo ocurrido me sorprendió.
Decidieron abrir para determinar cuál era la causa de tan horrible dolor que la paciente describía, y que no podía percibir con otros estudios. En cuanto abrieron a la paciente se dieron cuenta del grave problema. Todos sus intestinos estaban muertos, literalmente. Una arteria, bastante importante, se encontraba tapada ocasionando que su tejido abdominal muriera. Era esa la razón por la cual la señora se sentía tan mal.
Los Doctores no podían hacer nada al respecto. Cerraron a la paciente y hablaron con los familiares. Ella ya no iba a recuperarse y el único tratamiento que podían recomendarle eran medicinas para que no sintiera dolor. Ellos estuvieron de acuerdo con eso.
La paciente se quedó en "observación" y yo estuve muy al pendiente de ella por un par de días. Los familiares habían decidido no decirle nada a la señora pero ella ya se había dado cuenta de lo que ocurría.
Este caso era diferente, porque por un lado los familiares ya se estaban haciendo a la idea de que ella moriría en poco tiempo y no les tocaría un golpe tan fuerte como una muerte repentina, aunque eso no significaba que no doliera perder. Además la señora ya no sufriría más y eso era un poco de consuelo.
Cuando le conté a Alex sobre esos casos, él estuvo de acuerdo con las conclusiones a las que había llegado. Valorar mi vida, a mis amigos, a mi familia y a él, que se había vuelto parte importante para mí en tan poco tiempo.
No debía olvidar que la vida sigue, el mundo sigue girando y no se detiene cada vez que alguien muere, aunque eso sea lo que desees. Lo mejor era seguir adelante, manteniendo en la memoria a quienes se habían ido y tener la esperanza de que en algún momento los volveríamos a ver.
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Little bit of medicine, little bit of love. [Disponible en Físico]
ChickLitAmy Miller, es una doctora interna en el Hospital San Martín de Londres que suele ser muy amable con sus pacientes a tal punto de crear conexiones especiales con ellos. No lo hace a propósito, ella sólo quiere ayudar, pero nunca tomó en cuenta las a...