Capítulo 1

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                 "Los médicos no somos Dioses, solo somos una herramienta de Dios"

Mi día de descanso había terminado, tenía que regresar al hospital. No es que no me gustara ir al hospital, además de que no tenía otra opción porque era mi obligación y mi trabajo, pero me sentía muy agotada y sólo pensar en el hecho de levantarme hacía que mis párpados pesaran más de lo normal. Hasta parecía que no había aprovechado ese día de descanso.

Si, lo sé, yo no tengo derecho a quejarme. Dijeron que sería difícil estudiar medicina, dijeron que sería difícil ser médico, sacrificas muchas cosas, no tienes tiempo para todo lo que te gustaría y la mayor parte del tiempo estas cansada y desvelada. Pero todo eso valdría la pena, cuando en mis manos tuviera mi título como Médico Cirujano y después mi especialidad en genética. Todos los desvelos, las reuniones familiares perdidas, las horas extras, la impotencia de no tener las horas suficientes para que tu día rindiera, todo eso valdría la pena.

Ya estaba graduada de la escuela de medicina, me había recibido de la universidad de Cambridge, pero todavía me faltaba un año de prestar mis servicios a la comunidad, antes de empezar a especializarme. En ese momento me encontraba haciendo mi último entrenamiento como estudiante antes de recibir mi título, un trabajo en un hospital del centro de Londres, Hospital San Martín, como una doctora interna.

Recogí mi pedido de siempre en Starbucks, Joe, el chico que trabaja ahí siempre lo tenía listo cuando yo aparecía. Conocía a la perfección mi horario. Lo saludé como todas las mañanas que pasaba por ahí y después subí al metro para ir hasta el hospital.

Llegué hasta el edificio, y con pesadez entré en él. Cualquiera que me hubiera visto pudo haberme confundido con una paciente. Iba vestida de lo más normal, pantalones ajustados, una blusa de manga larga color tinto, y encima mi gabardina color café.

En cuanto puse un pie dentro me encaminé directo a la recepción. Una chica de pelo largo, ondulado y de color castaño me daba la espalda, atendía el teléfono. Me quedé ahí para saludar, pero me estaba poniendo impaciente. Entonces la chica colgó y se dio la vuelta. Al toparse conmigo soltó un gritito.

—¡Amy, me asustaste! — gritó al verme, sus ojos marrones y grandes se posaron en mi atuendo —. Muy guapa hoy, ni pareces doctora.

—Quien dice que ser doctora significa que me olvide de la moda — le comenté y le guiñé un ojo.

—Así me gusta — rio.

—Grace, necesitó que me revises estas formas — la voz del Doctor Sean se escuchó detrás de mí —. Buenos días, Doctora Miller — me saludó mientras le pasaba las carpetas a Grace.

—Buenos días Doctor Sean — lo saludé con una sonrisa tímida, era mi jefe y me intimidaba un poco, era muy amable pero cuando se trataba de trabajo podía ser muy estricto. Era mejor no hacerlo enojar.

—Será mejor que vayas a cambiarte doctora, se está haciendo tarde — ordenó mientras firmaba algo.

—Uh...si, hablamos luego Grace — mi amiga asintió y me despedí de ella con un movimiento de mano.

Caminé a paso rápido por los pasillos del hospital hasta los vestidores de los internos. Al entrar vi como alguien de piel morena se encontraba acostada en una de las bancas, al instante supe quién era, un mechón de su cabello color chocolate tapaba sus ojos. Era Mia.

—Buenos días— la saludé, de un salto ella se sentó —. ¿Estás bien?

Sus ojos de color chocolate se posaron en mi rostro, pude notar que estaba muy cansada. Le había tocado la guardia del día anterior.

Little bit of medicine, little bit of love. [Disponible en Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora