Mis pensamientos estaban en otro lugar cuando entre en el casino, caminaba en automático, sin si quiera molestarme en alzar la mirada para encontrar a mis amigos. Eran tantas cosas que estaban pasando por mi mente porque la plática con Tom había sido tan extraña. En un principio sentí miedo de él pero luego sentí compasión. Él era un hombre que cubría muy bien sus sentimientos con un caparazón intimidante, pero jamás grosero. No entendía porque se había abierto conmigo y porque había dejado que yo mirara a ese hombre con sentimientos. Supuse que en días desesperados se requieren medidas desesperadas. Él me necesitaba y esa fue su manera para llegar a mí.
—Aquí estás — dijo la voz de Kya que hizo que sacudiera mi cabeza un par de veces para volver a la tierra — Alex espera por ti, en realidad todos esperábamos por ti pero él más — rodó los ojos.
Me limité a sonreírle.
—¿Dónde estabas?
—Resolviendo unos asuntos.
—Te veías muy pensativa, ni si quiera te diste cuenta que pasaste a un lado de nuestra mesa. Es por eso que vine a llevarte en la dirección correcta — señaló hacia atrás.
Abrí los ojos con sorpresa. Ups.
—Sí, estoy distraída — hice una mueca — Gracias por traerme al mundo real.
Me dedicó una amplia sonrisa y justo después me tomó de la muñeca para encaminarme hacia los demás. Nos acercamos a la mesa de juego dónde estaban todos, al parecer estaban muy entretenidos en el juego, tal vez algo emocionante estaba pasando.
—Aquí está mi amuleto de la suerte — dijo Alex al verme, me rodeo la cintura con sus brazos y besó mi mejilla.
Me reí y le dediqué a mi novio una genuina sonrisa. Al tiempo en Alex había anunciado mi llegada todos se giraron para darme un saludo.
—¿Vas perdiendo? — pregunté con un puchero.
—Sí — dijo él imitando mi mueca — Nathan es un hijo de puta con mucha suerte.
—¡Oye! — gritó el aludido para luego soltar una carcajada y responder al insulto de Alex — Al menos tengo suerte.
Negué con la cabeza.
—Ahora que has llegado me irá mucho mejor.
Estaban jugando a la ruleta y de verdad que estaba emocionante el juego porque no sabía dónde caería la bolita. En realidad ganar se debía a un golpe de suerte.
—¿Cómo ha ido? ¿Qué dijo Dan? — susurró Alex en mi oído.
—Ahora no, después te contaré.
No me gustaba mentirle a Alex pero tampoco podía romper el pacto con Tom, era algo muy confidencial y algo me decía que si decía alguna palabra podría resultar malo. A Alex no le gustaba ese tipo, tal vez no lo había dicho pero dejo claro que no confiaba en él, ni cerca de Audrey y menos cerca de mí.
Alex asintió jovialmente, me sirvió una copa de vino y siguió pendiente de su juego. La música era fantástica, el ambiente era divertido y las bromas resultaban agradables. Sí, la fiesta estaba tranquila pero para nada aburrida. Y entonces, como si de verdad yo fuera un amuleto, Alex ganó la siguiente partida. Él obteniendo como recompensa varios billetes verdes y yo ganándome un beso suyo.
***
Cuando llegamos a la habitación me sentía cansada en extremo, mi cuerpo estaba bien pero mi mente estaba exhausta. Alex me sentó en la cama y comenzó a desvestirme, no quería que se detuviera pues su boca comenzó a darme caricias en el cuerpo. Incluso atrapó uno de mis pechos con su boca, deleitándose, cosa que me hizo sentir caliente. Al retirarse un poco me miró a los ojos sin quitar su sonrisa.
ESTÁS LEYENDO
Little bit of medicine, little bit of love. [Disponible en Físico]
ChickLitAmy Miller, es una doctora interna en el Hospital San Martín de Londres que suele ser muy amable con sus pacientes a tal punto de crear conexiones especiales con ellos. No lo hace a propósito, ella sólo quiere ayudar, pero nunca tomó en cuenta las a...