Por fin pude detener la hemorragia del brazo del paciente accidentado. Me había costado mucho trabajo, pero al final lo conseguí y rápidamente mis compañeros lo estabilizaron. Lo que si no pude evitar fue que me dejara toda manchada de sangre. Me quité los guantes y la bata especial que me cubría, y lo deposité en el bote de basura para después salir del área de emergencias.
La hora del almuerzo ya iba a comenzar y hoy estaba ansiosa por ello. El porqué de mi emoción se debía a que ese día saldría a comer fuera del hospital, acompañada de una personita muy especial.
Iba camino a los vestidores, donde podía lavarme mejor cualquier resto de sangre ajena, cambiar mi ropa y para tomar mis pertenencias, cuando un par de ojos azules se cruzaron en mi camino, o más bien se pararon frente a mí y me dedicaron una mirada juguetona. Fue imposible no reír ante tal mirada.
—Hola —me dijo un Alex sonriente.
—Hola —le contesté tranquilamente, aunque por dentro mi corazón se volvía loco.
—Ya es hora del almuerzo. —No era una pregunta—. Tienes que alimentarte bien.
Me reí y me crucé de brazos.
—¿Ahora quieres ser mi nutricionista? —pregunté divertida.
—Si es necesario sí. Te acompaño a comer, ¿te parece?
Comprendí enseguida su excusa y sonreí para mis adentros, pero otra parte de mí se entristeció, ¿por qué ese día que iba a salir del hospital?
—Me temo que no será posible, Alex.
Frunció el ceño confundido.
—¿Por qué? ¿Acaso tanto te molesto?
Quería contestar: Sí, tu atractivo me molesta. No era adecuado decir eso.
—No, para nada, al contrario. Pero hoy saldré a comer fuera con alguien especial. —Sonreí.
—¿Tienes una cita con alguien? —preguntó al instante. No sé si era yo o de verdad podía percibir un atisbo de celos de su parte.
Negué y sonreí.
—Voy a comer con mi hermano. Rich.
Alex abrió la boca en una perfecta "o" y luego se rio, noté como se sonrojó y me pareció tierno verlo apenado.
—Ah—se limitó a responder.
—Tengo que irme, te veré luego, supongo.
Iba a acercarme a él para despedirme con un beso en su mejilla, pero me detuvo antes de poder acercarme lo suficiente. Me asusté por aquello y fruncí el ceño.
—¿Qué...?
—¿Puedo acompañarte? Claro, si no te molesta.
Poco a poco mi sonrisa se fue ensanchando al comprender sus palabras. Quería pasar tiempo conmigo y eso me ponía muy contenta.
—Mmm... —Me lo pensé unos momentos, no estaba segura sí a Rich le gustaría que nos acompañara, aunque Alex era un buen chico y tal vez se llevarían bien—. Está bien, acompáñanos. Seguro que Rich y tú se llevarán de maravilla.
Alex sonrió ampliamente.
—Espero que no le moleste —murmuró, pero sin apartar su sonrisa.
—No lo creo —le dije ladeando mi cabeza—. Voy a lavarme y a tomar mis cosas, espérame en la recepción.
—Ahí estaré —dijo comenzando a apartarse—. Pido conducir. —Me grito cuando ya iba lejos.
Sí, prefería mil veces estar en el coche de Alex cómodamente en lugar de utilizar el metro lleno de personas. Además de que me tomaría menos tiempo en llegar, así que no me pude quejar.
ESTÁS LEYENDO
Little bit of medicine, little bit of love. [Disponible en Físico]
Literatura FemininaAmy Miller, es una doctora interna en el Hospital San Martín de Londres que suele ser muy amable con sus pacientes a tal punto de crear conexiones especiales con ellos. No lo hace a propósito, ella sólo quiere ayudar, pero nunca tomó en cuenta las a...