Capítulo 10

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El no ver a Alex por todo el fin de semana no ayudó mucho ya que lo tuve presente todo ese tiempo en mis pensamientos. Le había estado dándole vueltas a las palabras que me había dicho Mia y ella, en cierto punto, tenía razón. Sin embargo, no podía olvidarme de los detalles de la situación. Si en dado caso sucediera algo más allá de una amistad entre Alex y yo entonces, ¿qué pasaría con Audrey? ¿En qué punto quedaba ella? Para mí eso era cruel, ella estaba sufriendo por su accidente mientras su novio y yo disfrutábamos el estar juntos. Simplemente era no tener corazón. Mi ética y los valores que había aprendido en casa me decían que era algo incorrecto, no podía apartar mi moral, aunque de esa forma todo este asunto sería más fácil sin andar con rodeos, pero mi conciencia me hacía reflexionarlo. Era la primera vez que me atraía un hombre comprometido, sabía todo lo que conllevaba una relación de ese tipo y nunca lo hubiera deseado para mí, pero esta vez no lo pude evitar. Estaba segura que no quería ser yo la causante del rompimiento de una relación, eso era lo que menos quería porque sabía que haría un daño tanto personal como a los demás, por eso era una falta tan grande para mí envolverme en este tipo de situaciones que iban contra todo lo que yo pensaba que estaba bien.

Llegué a pensar que estaba exagerando tomándole demasiada importancia a la situación. Tal vez Alex ni lo tomaba en serio, solo era un juego tratar de seducirme y yo era la chica que se lo creía y me caía por sus encantos. Por alguna razón algo en mi interior me decía que Alex no era ese tipo de persona o tal vez era yo, tratando de convencerme a mí misma de que él no haría eso, porque era acabar con el cuento del "chico perfecto". Tenía que ser realista, a él no lo conocía a pesar de haber entablado entretenidas conversaciones un par de veces.

Mis pensamientos hacían que me doliera la cabeza de tanto estar reflexionando y no era la primera vez que me pasaba, casi siempre me pasaba horas evaluando una situación, por mínima que fuera, porque me gustaba tomar las decisiones correctas y evaluar todas las opciones posibles.

El sábado por la noche me tuve que quedar a guardia, fue un gran alivio ya que me mantuve ocupada. Hubo mucha actividad nocturna ese día, cosas leves pero que requerían de mis servicios. Sin embargo, el domingo, en mi día libre, los pensamientos regresaron sin dejar descansar a mi mente.

Cuando llegó el lunes sentí alivio; por una parte, volvía al hospital y volvería a mantenerme ocupada en mi trabajo y por el otro lado por fin tendría la oportunidad de ver a Alex de nuevo. Tal vez él en mi mente no me gustaba mucho, porque mis pensamientos me torturaban, pero verlo a él en vivo y a todo color era diferente, no tenía que pensar mucho.

Si la suerte estaba de mi lado ese día, podría encontrarme a Alex por el pasillo y sería mucho más fácil que ir a buscarlo y disimular que me lo encontraba por casualidad. Me asignaron de nuevo con el traumatólogo, ya que le había gustado trabajar conmigo la semana pasada, pero no sería hasta más tarde cuando sus cirugías comenzaran, a menos que surgiera un paciente de improvisto. Por esa razón estaba en vueltas con los preoperatorios de cada paciente. Hasta que tuve un momento libre.

Como había deseado el destino y la suerte se pusieron de mi lado aquel día, iba bajando las escaleras dirigiéndome al laboratorio cuando lo vi. Alex estaba parado en medio del pasillo mirando hacia todos lados, como si se preguntara en qué dirección moverse. Llevaba su cabello oculto bajo su gorro de lana gris y una delgada camisa blanca cubría su cuerpo. Inconscientemente sonreí y me dirigí a él.

—Ya estás aquí otra vez —dije tocando su hombro.

Él se volvió y sonrió al verme.

—Ya estoy aquí —dijo alzando sus brazos y encogiéndose de hombros—, me alegra verte.

Little bit of medicine, little bit of love. [Disponible en Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora