Me miraba en el espejo y estaba horrorosa. Pálida, ojerosa y con los ojos y nariz roja que indicaban que había llorado. Por suerte pude llegar al baño de los vestidores y no había permitido que nadie me viera.
Habían sido demasiadas emociones en tan solo unos momentos, una tras otra. El miedo de lo que fuera a pasar de ahora en adelante con Audrey despierta, la confusión de verla en el mismo estado de siempre, el coraje por las palabras del Doctor Green y la indiferencia de Alex, que era eso lo que más dolor me causaba. No pude retener más esos sentimientos y los deje salir con las lágrimas.
Ahora, más tranquila, me puse a reflexionar sobre lo ocurrido. No tenía que preocuparme aun por Audrey, ella estaba igual pero teníamos — digo teníamos porque esto incluye a Alex — que estar preparados, pues ella despertaría pronto o por lo menos eso indicaba lo sucedido ese día.
Que yo no fuera necesaria en el caso, ahora que lo pensaba con más calma, era raro. Los internos somos muy útiles, les ahorrábamos trabajo a los doctores y un doctor no permitiría dejarme ir así tan fácil. Era como si no quisieran tenerme ahí, como si fuera una molestia… ¿Serían órdenes de la señora Blair? Porque estaba más que claro que yo no le agradaba para nada. Probablemente era eso.
Por último Alex, oh Alex, ¿por qué no me había mirado y me había dado su apoyo? Tal vez estaba conmocionado y mi presencia no le hacía nada bien, ya que pretendíamos que no éramos nada, y en ese momento me necesitaba para algo más que solo una mirada reconfortante de mi parte. Teníamos que hablar, definitivamente, porque tal vez malinterpreté sus intenciones. Esperaba que eso no nos llevara a una discusión. Hice una mueca y luego suspiré. Abrí el grifo y luego me lave la cara, lamentablemente el color rojo de mi nariz no se iba.
Después de secarme el rostro salí a los vestidores, ahí se encontraba Nathan. Sentí unas ganas inmensas de abrazarlo, necesitaba amor y quien mejor para darme ese apoyo que mi mejor amigo.
—Amy, ¿qué sucede? —dijo al verme desde el otro lado de la sala — luces peor que esta tarde.
Solté una risa desganada y miré al suelo. No quise moverme.
—Hey. ¿Qué está mal? — dijo Nathan, ya notaba en su voz la preocupación y sentí que se acercaba.
—Creímos que Audrey había despertado — murmuré en un suspiro — pero fue una falsa alarma… me asusté.
Nathan me miraba con los ojos bien abiertos y sabía que había algo más, me conocía tan bien, esperaba que siguiera pero como no hable me abrazo y se lo agradecí pues necesitaba ese abrazo, aunque no me satisficiera por completo, porque necesitaba un abrazo, sí, pero de Alex.
De pronto Nathan dejó de ser ese chico guapo y galán para convertirse en “mi mejor amigo”. La versión de él que más amaba. Y con un “cuéntamelo todo, nena, quiero saberlo todo” acompañado de ademanes y voz graciosa que me hicieron reír, comencé a compartir la anécdota de esa tarde.
Me escuchó con atención, tanto lo sucedido como mis reflexiones, y no sólo lo de Audrey, también le conté sobre las palabras del Doctor Green y sobre Alex. Y luego sobre mis emociones que estallaron.
—Fue demasiado — murmuré y cubrí mi rostro con mis manos.
—Me imagino — me acarició la espalda — No fue tu día.
—Definitivamente no — dije haciendo una mueca.
—¿Recuerdas como solucionábamos el día de cualquiera de los dos?— dijo con una risita.
También solté una risita al recordarlo.
—No haremos eso — me puse sería y lo señalé con un dedo.
ESTÁS LEYENDO
Little bit of medicine, little bit of love. [Disponible en Físico]
ChickLitAmy Miller, es una doctora interna en el Hospital San Martín de Londres que suele ser muy amable con sus pacientes a tal punto de crear conexiones especiales con ellos. No lo hace a propósito, ella sólo quiere ayudar, pero nunca tomó en cuenta las a...