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Habían pasado ya  5  días desde  que Benten anunció que Erin llegaría, Ataru estaba furioso, tanto por el hecho de que había tenido dos peleas con Lum por quererla obligar a comer más,  como por la ausencia de aquel tipo que quería destrozar con sus propias manos. Durante ese tiempo, también se dedicó a escudriñar cada lugar de la casa, tratando de averiguar más sobre el farsante, encontrándose después de muchos intentos, con un álbum fotográfico de la boda de los onis.

Aprovechando que Lum estaba tomando un baño, Ataru tomó aquel cuaderno que estaba oculto en los miles de cajones de ropa de ambos, tomando nota mental de cada aspecto del idiota que podía observar, poniendo especial cara de asco cuando tuvo que rebuscar entre sus espantosas trusas de estampado de tigre. Escondiéndose detrás de la enorme cama, comenzó a hojear el libro.

Habían decenas de fotos, en ellas, Lum y Erin utilizaban un traje de bodas que por su estampado, Ataru adivinó que era el tradicional que se usaba en Oniboshi. Sus ojos rodaron por cada una de las imágenes, buscando algo conocido, algún amigo de ella que hubiera visto  en el pasado, encontrando únicamente onis, ninguna otra raza, además de que estos lucían de la edad del padre de Lum, ninguno joven más que el novio.

"Estúpido acto político económico disfrazado de boda" pensó con enojo

Lum intentaba sonreír en todas las fotos, lográndolo de manera impecable al inicio del compendio de imágenes que fueron ordenadas de manera cronológica de acuerdo al evento, descubriendo poco a poco que conforme pasaban los retratos, su sonrisa se veía forzada e incluso torcida en una mueca que señalaba el inicio del desagrado. Con una combinación de horror y cólera, Ataru, experto en el cuerpo de su mujer, descubrió que ella no estaba tan delgada como ahora.

Un vestido blanco, con detalles del famoso estampado, cubría a Lum, este por supuesto que era revelador como casi todos los conjuntos femeninos en Oniboshi, haciéndolo odiar mucho más los mandatos machistas del planeta, donde no se aceptaba a una mujer como heredera pero sí era orillada a vestir bikinis en su juventud y vestidos entallados en su adultez. La tela se pegaba a su espectacular cuerpo curvilíneo, haciéndola ver como la reencarnación de una diosa ante los ojos de Ataru que estudió casi pegándose a los ojos cada parte de la foto.

Pudo adivinar, gracias a sus conocimientos en la anatomía femenina, a su expertise en Lum y también a las decenas de libros y revistas de biología que había leído en muchos de sus internamientos en el hospital, que ella había perdido en los últimos años entre 5 y 8 kilos, esto no era muy notorio a simple vista,  sin embargo, él sí podía ver las diferencias: el rostro ya no lucía tan redondeado, las mejillas ya no destacaban, la piel era ligeramente más pálida, las clavículas  más expuestas, el vientre ahora era totalmente plano.

La delgadez de Lum no era gráfica ni evidente, pensó que probablemente ni siquiera estaba en rangos preocupantes en una tabla de imc, su tendencia hacia el músculo y las curvas no hacían de ella la típica mujer demacrada que a la gente se imaginaba al hablar sobre trastornos alimenticios, pero Ataru sabía que esto hacía la situación todavía más difícil para él, porque por más que este le quisiera señalar la verdad ante ella,  esta no parecía ver atisbos de eso  de lo que él le hablaba en su cuerpo y sus comportamientos.

Tomó de aquel albúm la única fotografía donde ella estaba sola, sonriendo hacia la cámara; la guardó en su bolsillo mientras retomaba el análisis, escogiendo ahora al oni que tanto odiaba, era ligeramente más alto que Lum,  musculoso y poseedor de un atractivo mucho mayor al de Rei, su cabello abundante  era de un azabache brillante, sus ojos de forma almendrada eran azul grisáceo, lucían en todas las fotos extrañamente amigables.

"No te creo nada estúpido" pensó con fastidio.

Por otra parte, el padre de Lum lucía casi extasiado, abrazando a su farsante yerno con fuerza en casi todas las imágenes, mientras que su hija, depositada incómodamente al lado de Erin, se encontraba sola y tiesa. La madre de Lum, apareció en la lejanía en máximo tres de las fotos, casi oculta tras el enorme cuerpo de su marido; Ataru tomó nota mental de esto, imaginando que ella podía ser una aliada, recordando que previo al borrado de memoria,  ella no parecía sentirse disgustada por él, al contrario que su esposo.

23 años | URUSEI YATSURA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora