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Erin intentó empujar al hombre encima de él cuando lo vio sacar con expresión tranquila algo más de su bolsillo; sintió náuseas y arcadas al imaginar que sería otro calcetín o incluso algo más asqueroso, sin embargo, en su mano tenía una simple agujeta. No contaban con ninguna arma, ninguno tenía permitido ocultar herramientas para luego sacarlas en el encuentro, empero, el uso de sus manos, su cuerpo y sí, también las prendas que les habían dado, no estaba prohibido.

-¿Pretendes ahorcarme con algo tan patético como eso?- recurrió a la verbalidad como forma de protección al notar con frustración que no podía apartarlo.

-Entonces- empezó a hablar Ataru ignorando su pregunta- son 6 años- ¿te imaginas todo lo que hubiéramos vivido si no te hubieras atravesado?

Ataru sostenía la cuerda, los ojos de Erin lo vigilaban porque aún no comprendía qué quería hacer con eso

-Por supuesto que no lo imaginas, lo sabes- acercó su cara al rostro del oni que se quedó sorprendido por la expresión vacía del humano

-AH- se detuvo en su acercamiento como si recordara algo- también hay otra cosa que tienes que saber de mi- Erin lo miró cuestionante- básicamente tengo mucho conocimiento sobre el cuerpo humano, desde adolescente, pero en estos últimos años, he podido aprender mucho más- hizo mayor presión con sus rodillas en las palmas- ya que estuve internado muchas veces y me distraía leyendo y escuchando todo aquello que distrajera mi aburrimiento

Erin sintió su corazón paralizarse, era verdad, hasta ahora no se había cuestionado cómo es que podía estar haciendo esa presión sobre sus manos sin romperle los dedos, cayendo en cuenta de que los estaba evitando. También recordó los movimientos tan simples con los que rompió sus clavículas y la sagacidad con la que lo dejó escupir el calcetín en el momento justo en que empezó a ahogarse.

Lum, que podía escuchar todo, terminó por descubrir de dónde salía tanto nuevo biologicismo y ciencia por parte de Ataru que le hablaba en términos y palabras dignas de un experto en salud, aunque realmente no lo era, y peor aún, estaba destruyendo su cuerpo de manera consciente durante todos estos años. Esta información le hizo fortalecer su esperanza recuperada al verlo dominar el escenario, no obstante, también sintió reserva, porque no conocía de qué era capaz.

-Entonces ¿qué parte de tu asqueroso cuerpo crees que pueda saldar tu primera deuda?- le preguntó con sencillez

-¿De qué hablas?- mustió con taquicardia buscando alguna salida, alguna alternativa- Lum estaba enamorada de mi desde mucho antes de conocerte, yo solamente...
Sus palabras fueron interrumpidas por una poderosa mano en su costado, ejerciendo una presión lastimosa que lo hizo gritar, sobre todo, porque no se detenía, porque los dedos se hundían en la carne hasta encontrar el punto justo que querían. El pequeño crack únicamente notable ante los oídos expertos de Ataru lo hicieron detenerse, al tiempo que continuaba palpando ahora el pecho y abdomen del oni.

-Acabo de romperte una costilla, aún no puedo asegurártelo, pero mi intención era perforarte un pulmón- los ojos azules se abrieron horrorizados- no sé si lo conseguí, pero incluso si lo hice, no te preocupes, no morirás de eso, puedes sobrevivir muchas horas con un colapso de ese tipo, lo aprendí a la mala

No sabía si era la paranoia, el terror, o si en efecto, Ataru había tenido éxito, pero sin duda, sentía que respirar era más difícil.

-Vuelve a mencionar su nombre, y no seré tan dócil como ahora- lo amenazó mientras retornaba a la agujeta, tomando el borde del cordón

La mente flexible de Ataru le permitía desde niño ver soluciones en donde los demás veían problemas o pasillos sin salida, de adulto como financiero, esta capacidad le aseguraba el éxito en la mayor parte de sus casos. En cuanto a su actual tarea de venganza y tortura, no sabía si todas y cada una de sus ideas tendrían éxito, sin embargo, no perdía nada con intentarlo. Afortunadamente, el herrete de la agujeta era metálico y bastante amplio; continuó con el acercamiento que estaba ejerciendo previo al intercambio de palabras.

23 años | URUSEI YATSURA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora