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"Otra vez, maldita sea" Ataru Moroboshi de 23 años despertaba después de pocas horas de sueño con el conocido retumbar del calzado de trabajo de su cuarentón vecino que decidía por alguna razón comenzar a arreglarse pisando el suelo con sus estúpidas botas como si no viviera nadie debajo de él desde las 6 am todos los días.

"Imbécil, por qué haces eso si realmente te largas hasta las 8 am"

Aunque se quejaba, realmente Ataru utilizaba al ruidoso de su vecino como una alarma ya que él entraba a trabajar a las 7 am y no había manera en que se acostumbrara a utilizar uno de esos aparatos que chillaban enloquecidos hasta que la persona se despertara; recordó una ocasión especial en que una de sus conquistas se quedó a dormir en su apartamento y esa cosa llamada reloj despertador comenzó a sonar y sonar incluso tras haberlo apagado hasta el punto que en un arranque de desesperación Ataru lo arrojó por la ventana, aterrorizando por supuesto a ¿Kloe? ¿Kina? algo con K.

El hombre bostezó estirándose cuan larga era su cama encontrando alivio cuando sintió alguno de sus huesos tronar mientras aún sabiendo que debía apurarse, se quedó mirando por largos minutos el techo con expresión aburrida pensando en las tediosas juntas que le esperaban en el trabajo.

Afortunadamente, de una manera milagrosa, había conseguido ir a una universidad barata mediante un fondo de ahorro que su madre guardaba de manera secreta pero al cabo del tiempo terminó cobrándole con creces. Ataru había estudiado finanzas con la estúpida idea de vencer las barreras de movilidad social y convertirse en millonario como su compañero de clase en el instituto Shutaro Mendo

Aunque evidentemente pronto aprendió que volverse rico era prácticamente imposible de acuerdo al contexto sociocultural en el que nació, para sorpresa de todos los habitantes del barrio de Tomobiki logró conseguir una estabilidad económica envidiable para algunos jóvenes hombres de su edad debido a su tenacidad y facilidad de convencimiento y palabra. Pronto se tuvieron que tragar sus palabras sobre que Ataru Moroboshi era idiota.

Ataru reconociendo que se le hacía tarde se levantó pronto de la cama para vestirse en pocos minutos y tomar del refrigerador una lata de bebida energizante y de la alacena lo único que quedaba por ahora, una bolsa de pastelitos basura de chocolate que caducaban hace poco más de un mes.

"Qué diablos" pensó mientras abría el empaque llevándose un pastelito completo a la boca mientras agarraba su maletín y salía presuroso del pequeño apartamento que aunque no se encontraba en las mejores zonas de Japón, era completamente suyo. Corriendo y metiéndose trabajosamente a la boca el resto de los pastelitos haciéndolo lucir ridículo llegó a su pequeño automóvil que estacionaba frente al edificio donde vivía.

-Las llaves, las llaves, las llaves- repetía haciendo su conocido berrinche matutino- aquí están malditas.

Con mucha prisa Ataru manejó hacia su trabajo arrepentido de los minutos que pasó contemplando a la nada rogando a los cielos que todos los semáforos se encontraran en verde lo cual inesperadamente sí sucedió haciendo sonreír ampliamente al hombre que recibía una dosis necesaria de motivación.

Llegando al trabajo Ataru se encontró con lo mismo: clientes estúpidos, jefes incompetentes, juntas que no llegaban a ningún lado y para terminarlo de empeorar, constantes correos supuestamente empoderantes de parte de recursos humanos que únicamente les hacía conocer lo reemplazables que eran.

Después de la hora del almuerzo y con muy poca disposición para trabajar lo que quedaba de la jornada, Ataru salió a la terraza de la reconocida financiera en que trabajaba a tomar un poco el aire, o eso es lo que pedía a su secretaria que dijera a cualquier persona que lo buscara.

-Pero si es Ataru Moroboshi, mi analista financiero favorito- gritó Kosuke mientras palmeaba con fuerza la espalda de su amigo- ¿trabajando duro?

-Siempre- contestó Ataru mientras fumaba su tercer cigarro.

-¿Por qué sigues con ese asqueroso hábito?- preguntó su amigo haciendo aspavientos

-Me ayuda a relajarme- contestó sencillamente el hombre.

-Relajarte de qué si no tienes aún esposa.

-Suertudo yo- reconoció Ataru- por cierto ¿ya conociste a Ruka de contabilidad?

-No me digas que...

-Imbécil, por qué asumes que todo es sexo- señaló Ataru

-Porque se trata de ti, querido amigo- respondió riendo

Ataru dio otra bocanada su cigarro mirando hacia el horizonte mientras se preguntaba si algún día Kosuke lo traicionaría yendo con el chisme a su jefe de que en realidad nunca trabaja después de las 3 pm.

-En fin, esa tal Ruka es la que ahora formó la nueva brigada de vigilancia no sé qué ¿recuerdas?

-¿No hablarás de el equipo anti tiempos muertos?

-Esos mismos, ahora mismo deben estar tras mi pellejo, no cuentan con que he programado correos para que se envíen cada media hora para fingir que estoy trabajando.

Kosuke que conocía a Ataru desde la adolescencia no dejaba de sorprenderse de la habilidad de su amigo para salirse con la suya pues a pesar de que desde que él llegó a la empresa no había logrado ascender de su puesto de Abogado JR, Ataru por el contrario formaba parte del equipo de asesores financieros que le doblaban la edad.

-Por cierto ¿asistirás a la fiesta de este sábado?

-Por qué no, tengo muchas ganas de saber cómo lucen todos, especialmente Shinobu- rió como estúpido mientras Kosuke se le unía reconociendo también en él muchos deseos por ver a sus amigos de la adolescencia.

-Fuera de broma ¿escuchaste que Ryuunosuke se comprometió?

-No tengo tiempo de enterarme de chismes

-Claro, lo dice el señor que diariamente se acaba media cajetilla de cigarrillos por la tarde porque no quiere trabajar.

-Correcto-señaló Ataru- te dejo porque me meo y me apetece después ir al comedor a buscar algo para comer.

Kosuke miró a su amigo irse mientras agitaba la mano en forma de despedida. Llevaban demasiados años siendo amigos para negar que lo conocía, al menos un poco mejor que el resto de las personas.

Recordó invitarlo precisamente a esa reunión con el deseo de que al ver a su amor de juventud Ataru pudiera salir un poco de lo que Kosuke llamaba su círculo de autodestrucción y el cual comenzó a su parecer, poco después de que dejaran el instituto cuando su amigo empezó a generar hábitos aún más nocivos de los que ya tenía.

El cambio que tuvo Ataru fue tan "tenue" y tan socialmente esperado que nadie se preocupó por él, por un joven que empezaba a tomar sin control de pronto, por un joven que empezaba a fumar de manera que parecía desesperada, por un joven que empezó a salir con demasiadas chicas a la vez, por un joven que eventualmente dejó de llegar a casa, por un joven que de una manera inhumana consiguió el primer lugar de su facultad.

Ahora ese joven era un hombre solitario que dormía cerca de 4 horas al día, se alimentaba a base de comida procesada y dulces, fumaba a casi todas horas del día y salía constantemente a experimentar el sexo casual sin interesarse realmente por ninguna mujer.

"Pero estuvo enamorado de Shinobu" recordó Kosuke con esperanza tras comprobar en las redes sociales que la mujer se encontraba también soltera.

23 años | URUSEI YATSURA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora