15

204 14 56
                                    

Xxxxx Flashback principal xxxxxxx

Después de que Erin abandonara en silencio la residencia Moroboshi tras comprobar que Ataru ya no recordaba por completo a Lum, voló hacia su nave refunfuñando, porque este era de hecho el paso más sencillo de su plan, el desmemoriar a una pareja que había observado en los últimos días en algunos momentos, no logrando presenciar algo que le hiciera conceptualizar la tarea como algo extraordinario.

Podía afirmar que Lum estaba enamorada de ese papanatas porque lo miraba como lo veía a él en el pasado, sin embargo, no había visto algo que le hiciera pensar que el hombre sentía lo mismo por ella, para su mala suerte, Erin no se quedaba a vigilarlos en la noche, cuando Ataru daba rienda suelta a sus verdaderos deseos, de acariciarla, de contemplarla y a veces, de posar sus ojos por algunos segundos en  esos atributos que sabía que podían ser suyos en el momento en que así lo decidiera.

Se impactó por sobremanera de la resistencia de ambos a ser separados, ya había usado esa máquina con anterioridad y nunca había visto algo como el grotesco escenario del que fue testigo, asombrándose también por la resistencia de ambos, por la férrea convicción de acercarse aunque moverse un solo milímetro les representaba una tortura física que era comparable con la inyección de millones de agujas en cada parte del cuerpo.

Furioso, comprobó la hora en cuanto subió a su OVNI, había invertido mucho más horas de las planificadas a desmemoriarlos, y peor aún, gastando sus últimos intentos en Ataru Moroboshi, que con su determinación,  había también dejado obsoleta la máquina que era la última que quedaba en todo el imperio. Después del segundo incidente del pilla pilla, el rey había mandado destruir todos los aparatos que realizaran un borrado de memoria.

Para fortuna y desfortuna de Erin, él fue parte del equipo al que se le asignó la misión; se sentía humillado por tener que elaborar una tarea tan baja, de soldados rasos que estaban iniciando mientras que los hombres militares que tanto envidiaba, estaban en ese momento tomando copas en un elegante salón con el rey. Aunque era un gran miembro del ejército oni, en ocasiones era programado para actividades así de estúpidas por simple protocolo, porque no formaba parte de esa élite que se salvaba de misiones tan burdas.

La buena suerte le vino cuando conceptualizó de manera correcta el enorme berrinche de la princesa que era oído por todo Oniboshi, no podía creer que todos estuvieran riendo y bromeando ante tremenda situación de rabieta que había hecho Lum en la Tierra, pero también comprometiendo los recuerdos de todos los alienígenas. Nunca más volvió a ver a Lum después del instituto, se enteraba de lo que le pasaba y las actualizaciones de su vida, pero no fue hasta que escuchó los chismes de ese evento en que comenzó a pensar en ella nuevamente.

Lum era a sus ojos odiosa, detestable y caprichosa; pensaba que los años la habían cambiado, pero en definitiva, parecía ser la misma mocosa, esto lo hizo enfadar porque de nuevo, las asimetrías y ventajas lo aplastaban, los resentimientos pasados lo asfixiaban en demanda de una venganza, especialmente, porque su padre ya no estaba a su lado. Resultaba tremendamente injusto que esa perra pudiera ir saltando de sistema en sistema, eligiendo un planeta patético con un esposo patético para tiempo después, también amenazar con tirar todo eso a la basura.

Recordó que la última vez que fue impulsivo la pagó muy caro, que la golpiza propinada por Rei aún le dolía en su ego, porque finalmente, terminó siendo un vago, ni siquiera un soldado respetable como él era. Esta vez, no iba a fallar, no iba a cometer errores, realizaría una planeación perfecta aunque le tomara años, aunque arriesgara la vida en ello, porque no había forma en que pudiera vivir en una galaxia  donde esa estúpida continuara haciendo lo que se le venía en gana mientras él, continuaba reprimido, aislado y realizando actividades tan denigrantes como deshacerse de aparatos mugrosos de borrado de memoria, aún así, guardó uno de ellos en su bolsillo, el más pequeño que existía en el imperio.

23 años | URUSEI YATSURA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora