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Atención: este capítulo contendrá material sexual gráfico no apto  para menores de 18 o personas que simplemente no desean leer lemon. Recuerden que este es un fanfic maduro con protagonistas adultos

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Ataru despertó buscando con los ojos cerrados los chicles en la mesita junto a su cama, extendiendo el brazo sin dar con el mueble comenzando a frustrarse. De pronto sobre su mano se depositó de manera misteriosa el paquete, sin reflexionarlo, abrió aún a ciegas el paquete para meterse uno a la boca masticando aún adormilado.

Por algunos momentos Ataru parecía quedarse dormido de nuevo cuando de pronto cayó en cuenta de que su cama no se sentía como su cama, que su habitación no olía como su habitación, que el silencio absoluto no era congruente con los constantes ruidos del exterior de su vecindario.

Su corazón comenzó a agitarse mientras abría sus ojos acostumbrándose a la luz inicialmente viendo borroso. Sus orbes marrones, tardando en enfocarse se encontraron pronto con unos hermosos ojos ámbar que simulaban el oro derretido.

-Lum- susurró con un hilo de voz.

-Darling- respondió Lum sonriendo mientras gruesas lágrimas recorrían el rostro hasta caer en las sábanas.

Ataru, creyendo que se trataba de un sueño, admiró minuciosamente el rostro de Lum que aunque mantenía los mismos rasgos juveniles, se había afinado de manera mucho más madura y sensual, haciendo que destacara sobre todo aquella mirada que había adquirido un tinte precioso de equilibrio perfecto entre dulzura y determinación.

Se levantó un poco de la cama aún sintiéndose flotar para inspeccionar el cuerpo de la mujer de sus sueños que ya no era cubierto por un bikini, sino por un entallado vestido parecido al que su madre usaba pero un tanto más corto; aún así, podía adivinar sin ningún problema las formas que se encontraban ocultas bajo el mismo.

"Madre mía" pensó mientras su garganta y sus labios se secaban en menos de dos segundos al comprobar que el cuerpo de Lum había evolucionado de una manera todavía mucho más apetecible, creyéndolo antes imposible.

Sus caderas redondeadas anunciando silenciosas  la completa madurez de la mujer, las piernas bien torneadas capaces de derretir a cualquier hombre que las tuviera cerca, los senos de excelente tamaño, apetecibles, redondos y podía jurar que extremedamente suaves al tacto. La figura completa de Lum lo dejó embelesado mientras pedía a todos los santos no despertar jamás de este maravilloso sueño.

-¿Eres real?- preguntó queriendo tocar a la mujer

-Lo soy- susurró conmovida mientras se disponía a decir algo

-Shhh- la silenció Ataru poniendo un dedo sobre sus labios maravillado por sentirlos reales, suaves, perfectos.

-No digas nada- pidió mientras acarició los labios del amor de su vida mirándola a los ojos.

Lum, compartiendo con Ataru las mismas intenciones, el anhelo explotando y exigiendo ser atendido, el amor indescriptible buscando ser desarrollado por medio de actos, el desmesurado deseo corriendo por las venas de ambos sintiendo como si sus cuerpos estuvieran a punto de estallar en ardor infinito.

Al mismo tiempo, unieron sus labios en un beso apasionado, profundo, demandante que nunca habían compartido años atrás, conociendo por primera vez de manera desesperada al otro, encontrando en sus movimientos vehementes intenciones de fundirse en el otro, de todas las manera en que esto fuera posible.

Ataru sostuvo con una mano la nuca de Lum, incitándola a ladear su cabeza mientras ansioso buscaba el ángulo perfecto para invadir con su lengua la deliciosa boca de la mujer que participaba con la misma pasión desbordada comenzando a acariciar el cuello de Ataru, bajando a sus clavículas marcadas.

23 años | URUSEI YATSURA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora