Pasan los días y regreso a mi mansión tras la boda de mi hermana. No parece haber algo fuera de lugar respecto a ello, sin embargo, no creo poder retenerla mucho más, más si me cuesta darle una prueba sincera de "amor". No puedo dañarla de igual forma por todo lo que me hizo.
—Basura. —Recuerdo la voz de Victoria en mi habitación cuando niños, tenía solo ocho años. Ella con sus vestidos blancos, observándome con esos ojos con los que mira aun al resto de los humanos. Sonrió con la misma expresión de Lyra al cometer algún acto de abuso con sus sirvientes.
Yo estaba envuelto en las sábanas, con el rostro cubierto y los ojos llenos de lágrimas. Habían más vendas, más de las que uso en mi pecho. Ese día me faltaban las uñas y padre me obligó a asesinar un cachorro que alimenté en las calles al volver de una misión. Recuerdo que me llevó a la mesa de torturas junto al sonido del cello y su canción favorita sonando una y otra vez. Me hizo varios cortes, e incluso con un mazo de hierro golpeo la mano con la que entregué la comida. Estaba débil, demasiado y aceptando cada vez más el estúpido destino.
—Debería darte vergüenza, llevas nuestro apellido y aun así eres débil —me dijo Victoria, ordenando a su sirvienta que caminase hasta mí con un balde metálico en sus manos.
Me senté en la cama, la observé como si fuese mi final. Pude gritar, pero eso no la hubiese detenido, al contrario, hubiese propiciado mayor placer a esa niña criada entre demonios.
El balde fue volteado en mi cabeza, derramando un líquido rojo que servía para mi vergüenza y humillación, una directa a mi alma.
—¿Tómala, disfrútala?, es una pena que te de tanto asco, maldito error —me dijo Victoria, abrazando su propio cuerpo y riendo como si fuese lo más normal del mundo. Levantó la mano hacia su sirvienta, ordenándole que se suicidase con una estaca de madera que previamente preparó—. Cierto, nadie puede saber tu secreto, aunque me quede sin mi nueva niñera.
Ese día no tomó mi sangre, salió de mi habitación como si solo hubiese sido una pesadilla. Pero no lo era, mi cama seguía manchada en escarlata. No lloré, sentí mi alma vacía al punto que me levanté descalzo, sintiendo el frio bajo mis pies y caminando hasta la ventana para abrirla en su totalidad. Me paré en el borde, observando la nieve caer en el exterior y ese blanco piso como la salida de mi infierno. Fue así, lo pensé así, incluso mi mano herida falló y casi caigo, obligándome a aguatarme con todas mis fuerzas del marco. Más que por morir, me asustaba el castigo que me daría Lewelyn si por casualidad sobrevivía.
—Lewis, ya llegamos —me dice Bralen, causando que mi mente vuelva al presente, uno donde debo tratar de mantener bien claros esos recuerdos en mi cabeza. Su amor, su amor da asco, es repugnante y dañino.
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La Maldición de los Roosevelt [#2🌹]
Vampire🦋Segunda parte de los Roosevelt🌹 Esta historia comienza luego de que Lewis dejó al descubierto el mayor secreto de los Roosevelt. Hizo un pacto con el demonio Mammón, el demonio de la avaricia, pero... ¿cuál? Continúa a los dieciocho años de los...