Cap16: Dos puertas a Barlow

189 56 32
                                    

Llevamos tres semanas de viaje y se me han hecho eternas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Llevamos tres semanas de viaje y se me han hecho eternas. Charlotte aún no despierta y Bralen se desespera aumentando su mal humor cada día que pasa.

Solo queda una noche más antes de llegar y el silencio nos invade. Entro al carruaje para toparme con el niño albino acariciando los cabellos de Charlotte y terminar abrazándola.

—¿Nada aún? —Le cuestiono.

—No, nada, ni siquiera una mejora —responde entre susurros.

—Quiero creer que va a despertar. Mañana llegaremos a Barlow y podremos descansar por fin. —Le hago saber.

—No me gusta esta ciudad —me dice él—: a la que nos dirigimos.

—¿Has estado en Barlow? —Le cuestiono.

—Solo una vez, pero fue hace mucho, con los Keighley —me responde levantando la mirada.

—Según los últimos registros de ellos abandonaron Axtrinia por intentar derrocar a la corona hace años, incluso antes de que yo naciera —le contesto tomando asiento y acomodando el borde de mi camisa.

Por la ventana puedo ver a Helios vigilando el perímetro mientras cocina. Luego observo a Charlotte y la gran cantidad de peso que ha perdido, a duras penas hemos logrado que no muera por inanición.

—Espero que estén revolcándose en el fango —responde Bralen apretando sus colmillos y haciendo presión en el cabello de Charlotte, al darse cuenta de esto la disminuye.

—Desgraciadamente, no por ser grandes criminales significa que algún día pagarán, pero es poco probable que vuelva a toparse con ellos —le expongo y se recuesta al asiento cuando veo entrar a Helios con un bol lleno de sopa.

Bralen reincorpora a Charlotte para abrir su boca y con la cuchara en su garganta obligarla a tragar. Es una escena bastante engorrosa de ver por lo que salgo dejando solos a mis sirvientes.

Me acerco a la cazuela pequeña aprovechando que nadie me observa y me dispongo a servirme parte del contenido, sin embargo, una arcada sube por mi garganta obligándome a alejarme hacia los árboles y acabar vomitando.

—¿Qué demonios...? —Susurro mientras limpió mi boca—: ¿Estaré enfermo?

Dejo caer el recipiente al suelo y me siento alejado de la fogata donde reposa la cazuela.

Recojo mi cabello hacia detrás, apartando los mechones cortos de mi rostro y respiro calmando las ideas absurdas que pasan por mi cabeza.

Solo debe ser una indigestión o rechazo a esa comida.

Pasan varios minutos y Helios se acerca a mí ayudándome a levantarme.

—Debería dormir, joven amo —me comenta al tenerme de frente.

—No, solo sigamos, debemos llegar a Barlow lo más pronto que podamos —le respondo pasando por su lado mientras choco su hombro.

Siento su mirada clavada en mi espalda al marcharme. Solamente me siento dentro junto a los dos niños y dejo que Helios conduzca.

La Maldición de los Roosevelt [#2🌹] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora