Cap6.2: Las ratas bailan sobre sueños rotos

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Con mis dedos aprieto fuertemente el marco de la ventana, oscilando entre la idea de huir por esta misma abertura o dar la cara

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Con mis dedos aprieto fuertemente el marco de la ventana, oscilando entre la idea de huir por esta misma abertura o dar la cara. Dos años evitando hablarle, alejándome de él y resulta que por un descuido termino en su casa. La única cama de este sitio, la única, y está bajo mis pies, por lo que estoy donde suele dormir. Cierro mis ojos, como si esto fuese un sueño cercano a una pesadilla y me volteo hacia él, evitando cualquier expresión en mi rostro que delate nuestro pasado.

Mantengo mi rostro sereno, pero no puedo evitar fijarme en cada detalle. Sus labios ahora más coloridos, toman un tono rosa como las fresas. También, su piel se ha vuelto más morena por el Sol, algo que realmente me alegra como parte de su deseo. Sus ojos dejan unos pequeños pliegues en las esquinas al verme, como una risa por mi descuidada persona, una genuina por primera vez, tanto así que lo negro de sus iris parece iluminado. Su cabello está más descuidado, ahora lo porta hasta los hombros y con ligeras ondas, sin perder su color azabache. Presenta una camisa blanca holgada y con cordones en su pecho, que lleva sueltos, dejando ver parte de este y el como ahora ha crecido un poco su musculatura, algo que se nota también en sus piernas a pesar de lo ancho de su pantalón de tela. Como un artista, sus manos están llenas de pintura y su mejilla también con una mancha amarilla, parece que estaba trabajando hasta ahora.

Se recuesta al lado de la puerta con su hombro y espera mi respuesta, la cual no puedo demorar más en mis observaciones. Sin aliento, sin algo que decir, solo desearía quedarme observando su figura, quizás abrazarle, pero no puedo, no escogí este camino.

—Mi carruaje se averió comino a mi mansión, así que decidí ir caminando, pero al ser de noche me detuve a descansar —respondo amablemente y centrando mi atención en sus ojos, sintiendo como mis dedos tiemblan suavemente mientras los controlo—

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—Mi carruaje se averió comino a mi mansión, así que decidí ir caminando, pero al ser de noche me detuve a descansar —respondo amablemente y centrando mi atención en sus ojos, sintiendo como mis dedos tiemblan suavemente mientras los controlo—. Agradezco que me diese asilo, aunque no es educado cargar a alguien hasta un paradero desconocido sin su consentimiento o intentar despertarle.

—Lo intenté, puse mi esfuerzo inicial en despertarle y parece que su sueño era en extremo profundo —responde llevando su mirada a mi cabello blanco. La sonrisa en su boca por mi estado sigue llamando mi atención, pero no quiero que se detenga. Aunque sea una burla que castigaría, deseé verte sonreír—. Soy Helios, Helios Prigozhin.

La Maldición de los Roosevelt [#2🌹] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora