XV

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Cuando volví de la escuela ayer y, que al entrar mis ojos no se encontraran con Chaeyoung sentada en el comedor leyendo el libro de siempre, me provocó una punzada en el pecho que me tomó desprevenido e indefenso, un dolor tan malditamente agudo y difícil de soportar me atacó. Mi corazón se contrajo en un acto de abatimiento al ver una silueta imaginaria de aquella mujer sumergida en su lectura, sabiendo que nunca volvería a verla así ni de otra forma.

Y, de repente, me sentí enojado. Enojado con mis padres, porque había sido por ellos que Chaeyoung había tomado la decisión de irse, pero... Estar enfadado con ellos se sentía insuficiente, por lo que me veía en la obligación de buscar a una tercera culpable.
Lo hacía a pesar de que, desde lo más profundo de mi corazón, sentía que Chaeyoung no tenía porqué asumir la responsabilidad si ella no era culpable de nada.

Cargando esas cosas en mi mente no me beneficiaban en nada más que en hacerme sentir más miserable de lo que ya soy, entonces, decidí bajar a paso rápido las escaleras, llevando algunos libros y cuadernos en mis brazos. Los había sacado de mi mochila para hacer la tarea, pero, no contaría con que me quedaría dormido haciéndola y sin siquiera bajar a cenar... otra vez.

El caso era que, buscaba la forma de irme lo más antes posible. Tenía cosas que arreglar con ya saben quiénes y no me haría esperar ni un segundo más, tomaría en cuenta los consejos que Minho me dio ayer luego de la escuela y, no podía saber si todo saldría bien o no, solamente tenía la esperanza de no quedar como un imbécil.

Pero el plan que quería llevar a cabo con prisa se vio estropeado en cuanto llegué a la sala y, mientras guardaba mis cosas en la mochila, miré de reojo a mi padre que leía el periódico con una cerveza sobre la mesa. Desvió su mirada de aquél papel para posarla sobre mí y así hacer contacto visual conmigo, pero ni siquiera recibí una estúpida sonrisa de su parte.

Me coloqué el tirante de la mochila en el hombro, dirigiéndome hacia la puerta y colocando mi mano sobre el pomo que mi padre me prohibió girar en cuanto su voz perforó mis tímpanos.

—Despídete de tus padres, jovencito. —Colocó el periódico en la mesa, esperando una respuesta de mi parte.

Me di la vuelta y lo miré con el ceño fruncido, intentando cubrir mi mal humor con una horrible sonrisa forzada.

—Nos vemos más tarde, papá.

—Ve a la cocina y dile lo mismo a tu madre.

Solté un bufido y no me quedó de otra más que obedecerlo. Siempre, siempre él tenía que controlar a todo en ésta casa como si fuéramos sus marionetas y no su familia.

Caminé con rapidez hacia la cocina, mi madre me daba la espalda por estar cocinando el desayuno de mi padre y supongo que el suyo también.

—Ya me voy a la escuela. —anuncié. Ella se dio la vuelta, aparentemente molesta.

—No bajaste a cenar ayer. Jisung, hace dos noches que no bajas a cenar.

—No tengo apetito, es todo, no le des muchas vueltas. —le respondí con una mentira. Realmente mi estómago me exigía comida pero no le daría el gusto ahora.

Me di la vuelta para marcharme, pero, antes de que tuviera la oportunidad de dar siquiera un sólo paso, mi madre me gritó con exigencia en su voz.

—No agradeces el hecho de que tengo que preparar tu comida para mantenerte vivo, si lo que quieres es estar igual o incluso más flaco que la anoréxica de Chaeyoung sólo avísame para dejar de perder el tiempo cocinando para ti.

En cuanto mencionó a Chaeyoung en su comentario desagradable y despectivo, dentro de mí se despertó algo que me hizo enfurecer considerablemente. Me había enfadado el hecho de que mamá la mencionara cuando no tenía ningún tipo de relación con mi falta de alimentación y las ansias de decirle a gritos que no se metiera con ella me invadían, pero... Sentimientos de pudor y el pensamiento de que más tarde me arrepentiría de haber defendido a esa desviada ganaron la batalla.

Pecador [ Minsung ] [ ✓ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora