Salí del auditorio con el pecho subiendo y bajando sin control, sentía que me faltaba el aire pero por más que respiraba no dejaba de sentirme menos asfixiado. No creí que Minho sería capaz de hacer eso, de usar los acordes que le mostré solo para complementarlos con una letra llena de rechazo hacia otra persona... Hacia mí. Mierda, quizás me lo tenía merecido, pero no pensé que dolería tanto.
Miré el interior del auditorio a través de una de las ventanas de cristal del par de puertas, Minho continuó con sus presentaciones como si no le importase en lo absoluto que yo haya huido luego de que él cantara esa canción, no le importaron mis sentimientos, no le importé yo. No pensó en cómo me sentiría, porque claro, parecía ser demasiado orgulloso como para preocuparse por mí.
Pero... Cuando empezó nuestro problema, cuando le di incontables vueltas hasta llegar a la conclusión de tener que alejarme de él, ¿pensé en sus sentimientos? ¿Llegué a hacerlo en algún momento?
Ni siquiera yo lo sabía, no me podía responder esas preguntas a mí mismo. No lo recordaba, sin embargo. No recordaba haberme preocupado por los sentimientos de Minho antes de pedirle que nos alejáramos, solo pensé en ello como la única solución para sentirme mejor conmigo mismo. Pensé en mí, en buscar mi bienestar... No pensé en Minho.
Entonces, caí en cuenta una vez más de que había cometido un acto egoísta. Egoísta porque me prioricé solo a mí y tomé decisiones que me beneficiarían pero que lastimarían a terceros.
Lo peor era que, después de todo lo que hice en busca de modificar la imagen de mi corazón dañado, no me sentía mejor. Sentía lo contrario, que me había hundido todavía más porque esta sensación de vacío en mi pecho nunca llegó a desaparecerse. Solamente creció y me recalcó lo inútil que era para buscar soluciones, porque en lugar de reducir el problema lo extendí más.
Mis pensamientos se evaporaron en el aire cuando escuché la puerta del auditorio abrirse a mis espaldas, miré hacia atrás y me encontré con la mirada preocupada de Felix. No sabía si me había seguido o solo salió del auditorio por casualidad, pero él se aproximó a mí y rodeó firmemente mi cuerpo con sus brazos.
No me sentía merecedor de esa muestra de cariño, no podía aceptar el abrazo de Lix pero por más que quisiera despegarme de él no me lo permitió. Su cuerpo nunca dejó de ser un manto que cubría el mío y por la calidez que me hizo sentir terminé aceptando su abrazo y llorando como un idiota.
Posicioné mis manos temblando sobre su espalda mientras él acariciaba la mía en señal de consuelo, permitiéndome sollozar y esconder mi rostro entre su cuello y su hombro.
—Todo está bien, Sung. Llora todo lo que necesites, no te reprimas.
—Lix, nada está bien. Arruiné todo y lo que quería era arreglar las cosas, ¿por qué siempre hago todo mal?
—No digas eso, vamos al patio para que tomes algo de aire ¿Bien?
Asentí levemente con la cabeza ante la petición de Felix y él pasó su brazo por mi espalda, dándome un medio abrazo y acompañándome hasta el patio de la escuela totalmente abandonado.
Afortunadamente los maestros estaban en el auditorio con el resto de estudiantes y eso fue una ventaja para Felix y para mí, no nos regañarían por estar dando vueltas por la escuela sin permiso. Lix se sentó en una de las bancas de madera y yo me senté a su lado a los segundos, con la mirada perdida en algún punto del pasto, con la mente abundante de pensamientos y con el corazón plagado de sentimientos complicados.
Suspiré con dificultad y limpié las lágrimas secas en mis mejillas, busqué los ojos marrones de Felix y él me regaló una sonrisa denotando apoyo hacia mí. Mierda, Lix no merecía tener a un amigo tan estúpido como yo. No merecía su apoyo a pesar de que lo necesitara demasiado en estos momentos.
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Pecador [ Minsung ] [ ✓ ]
RomanceHan Jisung, un adolescente de 15 años que cumple el rol del miembro más menor de una familia extremadamente religiosa. Durante toda su vida le enseñaron a ser un fiel devoto cristiano, lo cual ha influenciado en su forma de pensar y de ver la vida...