VIII

406 40 6
                                    

Cuando dije que no sabía lo que me esperaría hoy, tuve que reconocer desde un principio que lo primero que me saludaría después de terminar las clases sería una horrible tormenta que traía consigo una enorme ola de frío, llegando a congelar las palmas de mis manos. El frío no era el caso, sino la fuerte lluvia que me impedía dar un paso afuera de la escuela.

Solo me limité a observar desde la banca de madera como los estudiantes que viajaban en vehículos eran tan suertudos de tener un medio de transporte en el cual se salvaran de empaparse, deseando desde lo más profundo de mi subconsciente el tener acceso a un auto en el que pudiera irme sin preocupaciones.

Escuché pasos proveniente de atrás mío, alguien estaba acercándose al asiento en el que yo me encontraba hasta finalmente sentarse a mi lado. Pensé que se trataría de Megan, así que ladeé levemente la cabeza hacia la derecha y me di cuenta de que no era ella, era Minho.

El castaño me sonrió en cuanto cruzó miradas conmigo, para luego darme una palmada en la espalda en forma de saludo. Debo admitir que me sacó un suspiro, la fuerza que ejerció fue un poco innecesaria.

—¿Cómo estás? ¿Aún no te irás a casa? —preguntó. Fruncí el ceño en cuanto escuché la segunda pregunta, había sonado tan estúpida que no distinguía en sí iba en serio o era una simple broma.

—Ahora mismo estoy presenciando la razón de porqué aún no puedo irme. —contesté de modo un tanto grosero. Minho desvió la vista con su rostro reflejando algo de decepción, indicando que el tono de mi voz no le gustó ni siquiera un poco.

—Eres muy malhumorado.

—Claro que no.

—Lo eres. —Minho posó sus ojos sobre los míos otra vez. Una sonrisa juguetona se formó en sus labios, ¿éste chico nunca de sonreír? —¿Puedo ayudarte a restaurar el buen humor que tanto necesitas?

—¿A qué te refieres?

—¡Demos una vuelta en Jureumi y luego te llevo a casa!

Abrí los ojos como plato cuando escuché la petición, inmediatamente dejando volar dentro de mí la corazonada de que eso sería una muy mala idea. Pero, realmente... Prefería salir de la escuela de una maldita vez aun si la lluvia no se detenía. Asentí levemente con la cabeza y la sonrisa de Minho se amplió, haciendo brillar todavía más sus ojos como si fuera un farol enfrente mío.

Me tomó de la muñeca y me levantó ágilmente de la banca, llevándome con él hasta el estacionamiento y obligándome a subir a su motocicleta para acomodarme detrás suyo. Tampoco es que me haya obligado, digo, yo mismo accedí a ir con él.

El viaje emprendió y una ráfaga de viento nos atacó a Minho y a mí en la cara, claro, el viento llegó con la compañía de algunas gotas de agua que se dirigían hacia el suelo pero terminaron cayendo sobre nuestros rostros. Entrecerré los ojos mientras mi agarre a la cintura de Minho se hacía un poco más estrecho, asegurándome de que mi cuerpo no se cayera de la motocicleta en plena calle.

Este viaje estaba siendo algo similar al primero, cuando apreté tanto la cintura de Minho en busca de aferrarme que él se estaba comenzando a quedar sin aire. Es su culpa, él es el que quiere ir a toda velocidad aún sabiendo que viajar en motocicletas me da un terror indescriptible.

La moto viajó por el mismo camino que yo tomaba para regresar a mi casa todos los días después de clases, y mis ojos al toparse con las viviendas de siempre me provocó dentro de mí un sentimiento de tranquilidad, teniendo en mente que estaría frente a la puerta de mi casa en unos pocos minutos.

Mas la lluvia no se quedó atrás, comenzó a ser más agresiva y dejó soltar montones de gotas que caían sobre mí y sobre Minho. Nuestros cabellos pasaron de estar solo un poco húmedos a quedar totalmente empapados y fue lo mismo con nuestras prendas; mi suéter anaranjado adoptó un tono más oscuro al igual que mis jeans, mientras que la chaqueta azul marino de Minho se había tornado en un azul oscuro. Y, bueno, su camiseta y pantalones eran color negro así que la diferencia era nula.

Pecador [ Minsung ] [ ✓ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora