XXV

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Mi cuerpo se tensaba con cada respiro. Más que recolectar aire, lo perdía con los suspiros que no podía parar de soltar con cada segundo que pasaba. Mi padre me veía decepcionado, con el sentimiento de humillación vigente; mi madre estaba molesta, furiosa conmigo y consigo misma por sentir que no me había criado lo suficientemente bien a lo largo de los años.

Nunca creí que llegaría el día en el que estaría cara a cara con ellos por la razón de que estuve al borde de armar un escándalo en la escuela. Estaba manchando mi imagen y las de mis padres, a pesar de que ellos nunca se hayan presentado cuando les comunicaron por teléfono que yo me había quedado inconsciente y postrado en la enfermería.

Me veían con total decepción, como si yo hubiese cometido algo imperdonable y un pecado para el más grande. No había sido mi intención, solamente quería defender a alguien, no causar más problemas.

—No puedo creer que nos estés haciendo ésto, Han Jisung. —pronunció mi madre, con un tono de voz que me erizó la piel del temor.

—Peleándote en la escuela como si fueras un muchacho sin educación, ¿qué es lo que te pasa? ¿Pretendes desviarte hacia el camino del mal? —Le siguió papá. Negué rápidamente, aún sabiendo que ellos todavía no me habían otorgado el permiso de hablar.

—¡No! ¡Quería defender a mi compañero, no quería pelear con nad...

Una cachetada fue lo que recibí para guardar silencio una vez más. Mamá dio un paso atrás, notándose profundamente afectada por mi comportamiento que para ella resultaba erróneo, pero, yo sentía lo contrario. Sentía que había hecho bien en defender a Seungmin, ¿por qué mis padres no estaban de mi lado? ¿Realmente había sido una equivocación?

—¿Para qué vas a la iglesia, Han Jisung? ¿Es para perder el tiempo? ¿Acaso estás jugando con Dios? —continuó preguntando la mayor sabiendo perfectamente que no podía contestarle, porque si lo hacía me daría un segundo golpe y prefería ahorrármelo.

No jugaba con el Señor, nunca en mi vida sería capaz de hacer tal blasfemia, yo respetaba a Dios porque gracias a él estaba vivo y llevaba una vida sin tantos inconvenientes. Siempre recurría a él cuando necesitaba desahogarme y soltar todo lo que llevaba guardando, porque no tenía a nadie más que a él.

Tenía miedo de que Dios no me perdonara por lo que había hecho en la escuela. No me sentí culpable al principio, pero ahora con los reproches de mis padres dudaba de mis acciones y de mí mismo. Ya no podía distinguir entre lo que era correcto y lo que no, porque yo sentía algo que mis padres no y ellos querían tener siempre la razón por el simple hecho de ser los adultos.

—"El que carece de entendimiento menosprecia a su prójimo, mas el hombre prudente calla" —. citó mi padre el Proverbios 11:12—. Tuviste que quedarte quieto en ese enfrentamiento ajeno a ti, Jisung. Atacaste a ese muchacho porque fuiste imprudente.

Me sentía estúpido. Como un idiota por sentir que había hecho todo mal, que tuve que quedarme en mi sitio y no haber irrumpido en esa cuestión donde Seungmin era el único responsable. No tuve que "defenderlo", tuve que quedarme quieto o marcharme de la escena, eso habría sido lo correcto.

Mi cabeza se sentía como un yunque, tan malditamente pesada que me generaba migrañas y molestias. Mi imposibilidad para controlar mis sentimientos se manifestó a través de mis ojos deseosos por soltar lágrimas de vergüenza, estrés y arrepentimiento.

Quizás tenía que ir más seguido a la iglesia, quizás estaba alejándome de Dios sin darme cuenta. No podía permitirlo, porque podía significar la destrucción de mi familia y mis padres eran las únicas personas que tenía, porque había perdido a una hermana y su ausencia me afectaba como nunca lo imaginé. La vida se me había venido para abajo desde que ella se fue, desde que abandonó a su familia por ser una maldita egoísta y una enferma de la cabeza.

Pecador [ Minsung ] [ ✓ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora