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Hoy el clima no era el más favorecedor. El cielo estaba oscuro y parecía que daba indicios de lluvia gracias a la baja temperatura, pero de todas maneras no le di tanta importancia como para llevar una sombrilla por si acaso llovía. Poco me importaba si me empapaba ahora.

Guardé mi cuaderno en cuanto sonó la campana que finalizaba el día, cerré la cremallera y me coloqué la mochila en la espalda. Mientras veía a mis demás compañeros salir, repasaba una y otra vez la idea que tenía en mente hoy. No sabía si llevarla a cabo sería lo correcto, pero, si no lo hacía cuanto antes no me tranquilizaría.

Caminé afuera de mi aula y miré a mis alrededores, clavé la mirada en la puerta del aula de ese grado mayor que el mío y por ella salían Megan y su grupo de amigas platicando y compartiendo risas. La pelinegra se despidió de ellas y pareció buscar a alguien con los ojos, su objetivo era yo.
Llegó a paso rápido hasta mi localidad y me dedicó una sonrisa. Las sonrisas de Megan me hacen sentir un poco mejor, no puedo negarlo, pero no de la manera en como yo quisiera. Era como si fuera una amiga y no mi novia la que estuviera sonriéndome ahora.

—¿Nos vamos a casa juntos hoy? —Megan peinó un poco con sus dedos su cabello ondulado conforme hacía la pregunta.

—Sí, pero ¿Podrías esperarme un momento en el patio? Te prometo que no tardaré mucho. Tengo que hacer algo.

—Claro, estaré en las bancas —. Recibí una segunda sonrisa de su parte y, mientras ella pasaba a mi lado, me dio una breve caricia en el hombro.

Me di la vuelta en mi lugar y observé a Megan irse, apreté mis labios entre ellos y me dediqué a dirigirme un poco más al fondo del pasillo de una vez. Caminé hasta el salón que estaba al lado del mío, salón en el que pertenecían Megan y ese chico castaño.

Mañana se cumple una semana desde mi discusión con Minho. A pesar de que los días pasan rápido, todos son pesados; a comparación de cuando nosotros éramos amigos. El tiempo compartido con Minho también fue rápido pero liviano, y en cada momento que estaba con él deseaba que el tiempo se detuviera para así mantenerme con él por lapsos más largos. Carajo, extraño estar con él, pero ya no podemos. Es mi culpa y debo aceptarlo.

Llegué hasta el salón continuo y miré de reojo el interior, la única persona ahí adentro era Tzuyu, esa chica a la que Felix recurría siempre. Estaba ella leyendo un libro y con dos golpes en la puerta llamé su atención, en el momento en que hicimos contacto visual le di una sonrisa nerviosa y di dos pasos adentro del aula ajena.

—Hola, Tzuyu. ¿Puedo... Hablarte de algo?

—¡Claro! Ven, siéntate a mi lado. —respondió con una sonrisa simpática, dejó su libro en el pupitre y palmeó dos veces seguidas una silla que estaba a su izquierda en señal de que me sentara en ella.

Me adentré en el salón y me acomodé en la silla. Abracé mi mochila con ansias, no podía creer que en algún punto de mi vida terminaría buscando a la persona a la que todos recorren en la escuela para recibir consejos. Tzuyu es reconocida en la escuela gracias al tiempo que se toma para escuchar a los demás, y las personas que hablan con ella aseguran que sus consejos les son de mucha ayuda.

—Eres el novio de Megan ¿Verdad?, te llamas Jisung.

—...Sí. Quería hablarte precisamente sobre mi relación con ella. —Le dije. Tzuyu levantó las cejas de sorpresa y apoyó su brazo en el respaldo de la silla, mirándome con curiosidad.

—Soy todo oídos, ¿de qué se trata?

Tragué saliva antes de formular las palabras que estaba pensando decirle a la pelinegra frente a mí. Sabía que Tzuyu sería la segunda persona que me diría lo mismo que Minho, no hace falta repetir qué es.

Pecador [ Minsung ] [ ✓ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora