Hogwarts-
-Unos cuantos días habían pasado desde aquella emotiva platica entre el profesor Remus y Alarik en la colina, cerca del Sauce Boxeador.
Después de eso Alarik regreso junto al hombre de cicatrices al interior del castillo ya que la noche les llego después de seguir charlando más animadamente y sin llorar por el pasado.
Alarik le había contado un poco de su vida en el Orfanato Prestok's al profesor e incluso le contó más sobre su nueva vida con los Granger. Remus se sentía aliviado y en paz de saber que Alarik fue adoptada solo unos pocos años después de su nacimiento, e incluso se sentía feliz de saber que Alarik había llegado a la familia Granger, la misma familia de aquella niña castaña inteligente que siempre participaba en sus clases... definitivamente debía agradecerle por cuidar a Alarik de cierta forma todos estos años.
Aún así, el profesor Remus le contó un poco de su vida; no fue muy larga la platica tampoco. Le contó que era su segundo año dando clases en Hogwarts y que había esperado por diez años a que llegara ese momento, aunque no le dijo que fue porque sabía que de cierta forma ella y otro azabache de ojos verdes llegarían a Hogwarts.
Él anhelaba conocerlos y cuidarlos de cierta forma, protegerlos y educarlos. Hacerlos sus amigos y que se sintieran en confianza con él, como sus padres lo hubiera querido; a él aún le costaba un poco acercarse a Harry ya que siempre estaba con aquel pelirrojo y jugando entre ellos. Esperaba también a darle confianza como lo hizo con Alarik.
Ahora con el avance que había tenido esa tarde con la ojigris, sin duda estaba más animado, incluso con los dolores de cuerpo que aún seguían en él; había hablado con el director de Hogwarts, el profesor Dumbledore, para pedir la autorización de darle aquella carta misteriosa que llegó aquella noche donde Alarik fue a parar en el Orfanato.
Él pensaba que ya estaba lista, pero aún así el profesor Dumbledore le pidió unos días para considerar esa petición. Y los días habían pasado sin respuesta alguna.
Pero Alarik no sabía nada de eso así que vivía su vida más felizmente y más completa que antes junto a sus mejores amigos; Ron, Harry y... extrañamente Hermione Granger. Le parecía extraño decirle mejor amiga, sabía que lo era, prefería decirle así a "hermanastra", como ya se sabe, le incomodaba decirle así a la castaña.
Pero Alarik no veía ni como una hermana, hermanastra o mejor amiga a Hermione. La veía como algo más, no sabía describir bien qué o el qué sentía por aquella niña. Pero su corazón le decía siempre que no era hermandad, nunca lo fue; nunca la vería así sabiendo todo lo que ellas han pasado.
Así que ahí estaba, una Alarik acostada en la cama de la castaña, con una Hermione acostada encima suyo y con su cabeza recostada sobre su pecho. Eso mientras la ojigris acariciaba su cabello revolsoto de aquella niña que la hacía feliz con solo existir.
Las clases habían terminado hace unos cuantos minutos y ninguna de las dos había dudado en correr hacía la sala común de Gryffindor para meterse en la habitación de la castaña y pasar el rato en aquella cama, al menos hasta la hora de la cena-
Alarik: Extraño mi piano. -comento mirando el techo-
Hermione: Yo extraño que toques. -sonrió enrollando un poco de la túnica de la ojigris en su dedo índice-
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A MIS OJOS, TU ERES - G!P
FanfictionTodo comenzó aquella mañana de agosto, cuando el señor y la señora Granger habían tomado una decisión que cambiaría la vida de Hermione no sólo para evitar dejar de sentirse sola y excluida del resto de los niños, sino que también habían adoptado a...