C: 41 - EL BUEN DESPERTAR

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Casa Granger-


-Al llegar a casa, Alarik soltó el aire que había retenido desde que llegó al Ministerio de Magia, sin duda había sido una terrible Navidad.

Pero conforme pasaron los días, Hermione se encargó de hacerle entender que ya todo estaba bien, y que no debía seguir sufriendo por algo que ya no volvería a pasar.

Así que esa mañana, un día antes de volver a Hogwarts y sin sus padres, Hermione hizo el desayuno y lo llevó hasta la habitación de Alarik. Cuando abrió la puerta sin siquiera tocar, rodó los ojos divertida al ver a su novia, durmiendo aún incluso al ser medio día.

Sus padres estaban en el consultorio, así que tenían hasta las seis de la tarde para pasarla bien y a solas, claro, ellos ya habían tenido una pequeña plática con ambas sobre su nueva relación, pero Hermione más que nadie sabía que debía conservar la calma y no dejarse llevar por el momento.

Al menos eso creyó. Al ver a Alarik durmiendo solo en ropa interior, boca abajo y mostrandole a la castaña su espalda descubierta, la cual parecía brillar gracias a los rayos del sol que entraban por la ventana de la ojigris, su pensamiento sí que cambió.

Sin dudarlo, dejó los panqueques en forma de dinosaurio y la leche tibia sobre la mesita de noche de Alarik y se acostó a lado de la azabache, sonriendo con admiración al ver con detalles el rostro dormido de su novia.

Sin duda podía jurarle sin titubeos al mismo Merlín que estaba completamente enamorada de Alarik, y es que era imposible no estarlo... ella era tan atractiva. La perfecta combinación entre Potter y Black, más parecida a la familia del padre biológico de Alarik, pero con un alma tan hiperactiva como la de los Potter-

Hermione: Eres tan linda. -susurró sonriendo-

-acarició la mejilla que estaba al aire de Alarik, lentamente, sintiendo así entre sus dedos la piel de la azabache, y sonrió al ver como la nariz de su novia se arrugó un poco al sentir el tacto de la castaña-

Hermione: Perrito Retriever. -susurró con un tono de voz calmado- Cariño, despierta. -sonrió-

-y Alarik lo hizo, frunció el ceño al abrir sus ojos, justo en donde los rayos del sol entraban por la ventana. Odiaba el sol. Pero aún así, al oír la pequeña risa de Hermione, sonrió, buscándola con su mirada y encontrando aquellos ojos marrones tan perfectos como el lodo... al menos eso creía-

Alarik: Hola, Pulgita. -susurró feliz-

Hermione: Buenas tardes, Perrito Retriever. -sonrió-

Alarik: ¿Qué te trae por aquí? -se acomodo mejor-

Hermione: Oh, nada. Solo le hice el desayuno a mi novia, ya que nuestros padres se fueron a trabajar y llegan hasta la tarde, quería consentirla un poco. Pero estaba dormida y no pude evitar admirarla de aquella forma. -sonrió-

Alarik: Eres una maravilla. -sonrió embobada-

Hermione: Lávate los dientes y desayuna, Alarik. -sonrió, levantándose de la cama-

-sin dudarlo, Alarik asintió, mareandose un poco al levantarse de golpe, pero al entrar a su baño y agarrar su cepillo de dientes, sonrió.

Pensar en que seguía en casa y no con esa familia de rubios presumidos era sin duda lo mejor que podía pasarle.

A MIS OJOS, TU ERES  -  G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora