Hogwarts-
-Las últimas semanas, antes de volver a casa para Navidad... y la audiencia, habían pasado volando. En todas Hermione no dejó de leer ni un solo libro que tratara sobre el mundo mágico y la legalidad de tutela en menores de edad.
Se quería preparar, quería hacer lo imposible para evitar que alejaran a su Alarik de ella. Así que literalmente podía decir que estaba moviendo cielo, mar y tierra para poder tener al amor de su vida a su lado por más tiempo.
Aquello le preocupaba a Harry y a Ginny, quienes ya estaban al corriente de la situación, el azabache por voz de su prima hermana, y la pelirroja por voz de la castaña. Neville era otro lado de la moneda. Él también sabía sobre aquello, la misma Alarik les había contado a ambos chicos una vez llegó a la habitación después de hablar y pasar toda la tarde con Hermione, después de decirle a ella.
Creyó conveniente decirle a quienes más confiaba, y era por eso que todos estaban buscando respuestas. Así que Neville pensó en que nadie mejor que alguien que había vivido casi los mismos años que Dumbledore... su abuela. No dudo en mandarle cartas, preguntándole sobre qué podían hacer o cómo podían llegar a conseguir tal información. Agradecía que en su juventud, su abuela se había dedicado a ser una empleada más en el ministerio. Ahora tenían a alguien que pudiera orientarlos.
Todo eso pasaba en Hogwarts, y Alarik en esas semanas se dedico a perder el control. Tenía estrés, sentía que se le caía el cabello con solo pasarse una mano, y sí, así pasaba. Era tanto el nervio de saber que perdería a su familia... a sus Granger, esa familia amorosa que la acogió cuando solo era una pequeña huérfana de cinco años... casi seis.
Ella en serio estaba agradecida con esos tres. Con Wendell, con Jean, y especialmente con Hermione. A ella le debía todo, fue ella quien la eligió, y era ella la responsable de que Alarik haya tenido una vida feliz después de conocerlos.
Saber que podían alejarla de su verdadera familia la tenía realmente mal. Quería gritar, golpear a alguien. Incluso buscó al idiota y traidor de Ronald Weasley para seguir rompiéndole la cara, pero después de la pelea, Mcgonagall decidió separar al pelirrojo de la habitación de Alarik. Ahora él dormía junto a Seamus y Dean. Ahora Alarik dormía solo con Harry y Neville.
Y aquel estrés, aquella sensación amarga de perderle todo, aquel coraje que tenía por los rubios, lo descargaba en el campo de quidditch. Esa tarde Alarik volaba su escoba a toda velocidad, todo lo que aquel medio de transporte mágico podía ofrecerle. Volaba alto, maldiciendo a los cuatro vientos lo horrible que eran los Malfoy.
Ella no quería estar con esa presumida familia rubia.
Ella quería seguir viviendo bajo el mismo techo de los Granger. Una casa grande para su gusto, una casa con calor hogareño, una casa llena de amor y una que la vio crecer desde los cinco hasta actualmente sus dieciséis-
Alarik: ¡Maldito Pantene! -gritó enojada-
-Cayendo ahora en picada y con una expresión de enojo, sin importarle el frío por el invierno y el viento que quemaba su rostro al golpearlo cuando volaba. Y en ese instante un hombre con cicatrices se acercaba al campo, queriendo evitar un posible accidente-
Remus: ¡Alarik King Black, baja ahora mismo de esa escoba! -gritó firme, pero sin ser duro con sus palabras-
-Aquello llegó a los oídos de la azabache, quien suspiró rendida y bajo con menor velocidad hasta descender en los pastos cubiertos de nieve del campo de quidditch.
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A MIS OJOS, TU ERES - G!P
FanfictionTodo comenzó aquella mañana de agosto, cuando el señor y la señora Granger habían tomado una decisión que cambiaría la vida de Hermione no sólo para evitar dejar de sentirse sola y excluida del resto de los niños, sino que también habían adoptado a...