20.- Mandy

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Gabriel

Sabía que Jessica era talentosa, pero no sabía la magia que podía crear hasta ahora. No es solo una fiesta con una temática cliché, realmente Jessica tomó al libro del Gran Gatsby y lo volvió realidad. Nos trasladó en el tiempo y ahora se siente como si estuviéramos cien años en el pasado, convirtiendo la aburrida terraza vacía de mi edificio en el patio de una mansión de inicios del siglo XX. Hay una fuente con forma de ángel en el centro, un minijardín lleno de flores, luces y pequeños detalles brillantes representativos de la época. Es como si hubiéramos ingresado al libro de no ser por los teléfonos celulares, la música y los fotógrafos con sus cámaras profesionales colgando de su cuello.

Todos los invitados respetaron la temática, incluso los chicos de Wild American, que básicamente están haciendo cosplay a los Peaky Blinders.

Golpeo en la espalda de Jason, el bajista de la banda, sin creer que esté con vida entre nosotros y sobrio. Estuvo en rehabilitación durante un mes y es probable que vuelva a recaer, siempre lo hace, pero por ahora decido no pensar en eso y solo disfruto de su compañía.

Ni siquiera está bebiendo alcohol, lo cual es una buena señal.

Le da un trago a su agua saborizada mientras mira las copas apiladas de champán a un rincón de la terraza con anhelo, pero sin hacer nada para ir por ellas.

—Es bueno verte —le digo al rubio, que su cabello algo largo está recogido en una coleta.

—Creíste que morí —es lo único que responde, con la mirada fría clavada en las copas.

—No lo creí —miento—. Tenía fe que no hayas consumido fentanilo y gracias a Dios no fue así —rio nerviosamente y escucho a Ben bufar a mi lado mientras Scott intenta no reírse.

—No lo hice —dice Jason, sin humor como siempre—. Quería hacerlo, pero lo pensé mejor.

—No consumas fentanilo, por fa —murmura Cam, a su lado y tomando su mano—. Te amo, no quiero que mueras.

Una sonrisa se posa en la boca de Jason mientras mira a su mejor amigo.

—Ya sé que no puedes vivir sin mí.

Sonrío con incomodidad. No entiendo a estos chicos y la verdad preferiría pasar mi tiempo dentro de un submarino implosionando que un segundo más en su compañía, sin embargo, son jodidamente talentosos y, por qué no decirlo, una fuente interminable de dinero.

Todo es gracias a nuestro equipo de marketing, sin ellos es probable que todos los fantasmas, adicciones y cosas altamente cuestionables de estos chicos hayan salido a la luz y sus carreras estén arruinadas.

—Bien... —me aclaro la garganta, incómodo cuando todos empiezan a hablar explícitamente sobre morir a los veintisiete años y como eso los convertiría en 'leyendas'—. Los veré... por ahí.

Me voy tan rápido como puedo y miro alrededor de la habitación, intentando buscar a una sexy rubia entre el público. Sonrío cuando la encuentro en la entrada de la terraza, sus hombros están tensos, pero no me preocupo por eso, me acerco a ella y...

Mi paso se congela, siento como si la sangre hubiera sido drenada de mi cuerpo y reemplazada con brea, todo el mundo se detiene al ver a la morena con la que Jessica está discutiendo.

Mandy.

Los ojos color aguamarina de Mandy me encuentran detrás de Jessica y una sonrisa se desliza en su boca. Amaba esa sonrisa sexy desde que tenía memoria, pero ahora sé que solo se trata de una sonrisa vacía llena de manipulación y mentiras.

Mandy es increíblemente atractiva; cabello negro, ojos tan claros como el agua, labios llenos y rojos, piel aceitunada gracias a las sesiones de bronceado que tiene cada dos semanas. Es algo bajita, pero con curvas en los lugares correctos y siempre ha sabido como mantener su aspecto, a pesar de jurar que eso no le importa y que es "natural".

Mi Mejor Decisión (AD #4) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora