7.- Soledad

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Jessica, 24 años

Cuatro meses después...

—Jess, ¿Quieres un café? —pregunta Tonya, mi asistente personal y lo más cercano que tengo a una amiga de trabajo.

Levanto la mirada de mi portátil y miro en dirección a la puerta, donde Tonya ya anda sosteniendo un café para mí. Suspiro de alivio, no sabía lo mucho que necesitaba un café hasta que lo vi.

—Claro, muchas gracias, Tony.

Tonya se acerca a mi escritorio y me entrega mi café. Cierro los ojos al sentir el líquido oscuro y amargo calentando mi garganta, despertándome, pero solo me permito disfrutar de esa sensación durante unos pocos segundos antes de voltearme hacia la pantalla y seguir tecleando en mi portátil.

Estoy realmente ocupada intentando solucionar la entrega errónea de un pastel para un evento empresarial de navidad. La pastelería encargada confundió el pedido de un pastel elegante de cinco pisos, con un pastel de cumpleaños para un niño de ocho años. Gracias al universo que el evento será mañana, así podré solucionar este desastre, pero la pastelería no se encuentra particularmente muy feliz de tener que trabajar en noche buena.

Me sentiría mal si el error hubiera sido mío, pero no lo fue, así que es mejor que empiecen a trabajar si no quieren que vaya a asesinarlos a todos.

—Si necesitas ayuda, no olvides en llamarme —murmura la voz de Tonya, pero no puedo desconcentrarme ahora—. No tienes que hacerlo todo sola, mucho menos en este día.

—Estoy bien —muevo una mano, restándole importancia a su comentario—. He pasado sola noche buena en el pasado, no es para tanto.

A decir verdad, sí es para tanto. Odio estar sola, sobre todo en días como este en los que las familias comen galletas y duermen juntas bajo el calor de la chimenea. Nunca tuve eso, ni en mi infancia, ni después de lo que El Monstruo me hizo, a pesar de que ese hecho hizo que mamá quiera estar en casa más tiempo con mi hermano y conmigo. Aun así, fuimos Logan y yo hasta que se fue y después fuimos Dove y yo, hasta que ella empezó a concentrarse en su carrera y se fue de gira por todo el mundo. Después quedé yo y mi soledad.

A excepción del año pasado cuando, por alguna razón pasé con...

¡No pienses en él!

Sacudo mi cabeza y decido concentrarme. Pensar en él no trae nada bueno... por mucho que quisiera que no fueran así las cosas.

—Puedes unirte a Esther y a mí si quieres —Tonya me sonríe con amabilidad—. Ninguna de las dos pudo visitar a nuestras familias este año.

Hago una mueca.

—No tengo muchas ganas de ser la tercera rueda e incomodar a tu esposa en su propia casa —le doy una sonrisa amable—. Tranquila, Tony, estoy bien. Lo prometo. Tengo un plan y todo para esta noche, además, sabes que soy atea, así que es como cualquier día normal.

Es mentira. Lo más cercano a un plan que tengo, es llegar a mi casa, sacarme el sujetador, ponerme un pijama de franela, tomar un bote de helado y sentarme frente al televisor hasta quedarme dormida, rogando a lo que sea que esté allá arriba para que no me de pesadilla y pueda tener una noche tranquila de sueño.

Hace meses que no duermo bien, la última vez fue...

¡No pienses en eso!

—La navidad puede haber empezado como una celebración religiosa, pero significa mucho más que eso —a pesar de sus palabras, Tonya se pone de pie y ni siquiera me di cuenta cuando se sentó frente a mi escritorio—. Avísame si necesitas algo, ¿okay? Tendré mi teléfono encendido todo el tiempo.

Mi Mejor Decisión (AD #4) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora