45.- Decisiones

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Jessica

—Muy bien —digo, mientras veo la lista de Gabriel—. Esto es espeluznantemente correcto. Estoy impresionada.

El punto número nueve trataba de escribir una lista con cada logro que he alcanzado, desde donde estudié hasta qué es a lo que me dedico. Gabriel ha superado mis expectativas al realizar una mini biografía sobre mí, narrando donde nací, crecí, mis amigos cercanos, mi familia, mis estudios, mis logros personales, todo en un espacio de veinte hojas.

¿Es normal que ame tanto lo obsesionado que está conmigo?

Las mejillas de Gabriel se sonrojan adorablemente ante mis palabras.

—Es tu culpa, por lo menos diez páginas se fueron en tu educación.

Me rio antes de acercarme a él y pasar mis brazos alrededor de su cuello. Me pongo de puntillas para darle un beso en la comisura de sus labios.

—Me encantas —murmuro, aplacando a la constante necesidad que siento de decirle lo mucho que lo amo.

Aún no estoy lista para decírselo, pero cada vez es más difícil guardarlo solo para mí.

—Tú también me encantas, princesa —dice, mirándome con ojos brillantes.

Le doy un casto beso en los labios antes de alejarme y dejar la carpeta sobre la cama.

—Ya te dije que no tenías que hacerlo.

—Y yo ya te dije que quería luchar por ti.

—Has luchado por mí, cariño. Los últimos puntos no eran necesarios cumplirlos. Me quedó muy claro que estás dispuesto a pelear por mí.

Sonríe de esa manera preciosa que hace que se le achinen los ojos.

Yo también estoy obsesionada con él.

—Me encanta verte feliz y sé que esto te hace feliz.

Me conoce tan bien.

Me junto más a él, sintiendo su piel contra la mía y él suspira. Estoy usando solamente lencería y él su ropa interior. Lo abrazo, amando cómo se siente contra mí y odiando que ahora tenga que usar ropa.

Se sentiría mejor si estuviera completamente desnuda.

Es mi cumpleaños y básicamente lo hemos pasado en mi habitación a excepción del desayuno, cuando salimos por un rato y fuimos de compras después. Me compró todo lo que miré en las elegantes tiendas de Florencia, incluso se veía más emocionado que yo al momento de elegir prendas para mí.

Si pensaba que el ir de compras conmigo era el punto más difícil de la lista, pues Gabriel no lo hizo notar y lo manejó como todo un campeón. De hecho, fui yo quien le dije que quería regresar al castillo ya que él parecía tener planes de no volver y ya me estaban doliendo los pies.

Al llegar a nuestra habitación, me hizo el amor tantas veces que perdí la cuenta, pero no me quejé, tampoco quise estar lejos de su cuerpo.

No pensé que sería tan melosa cuando me enamorara en verdad, pero lo soy. Soy una jodida melosa y ni me preocupo en detenerlo porque a él le fascina.

La única razón por la que paramos, fue porque mi cena de cumpleaños se llevará a cabo en un par de horas en la sala de banquetes y tengo que asistir obligatoriamente. Es el primer cumpleaños que festejo delante de la familia en años y sé que debo cumplir mis funciones como «Lady», a pesar de que no recuerde ni siquiera cuál era el apellido de mi rey y su hija, la futura reina de Roskosh.

No quiero ir, sin embargo, Gabriel insistió en que debía quedar bien como n mi familia por razones que no se me hubieran ocurrido antes. La prensa huele el drama en las familias reales a kilómetros, y el saltarme mi cena de cumpleaños desataría mucho, mucho drama.

Mi Mejor Decisión (AD #4) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora