53.- Un nuevo comienzo

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Jessica

Esa zorra nunca se fue.

Sé que llamar "zorra" a otra mujer sería un retroceso de por lo menos diez años en el feminismo, pero la verdad es que no sé qué otra cosa llamarla aparte de maldita zorra loca.

Además, esta mujer ha demostrado no sentir ningún tipo de empatía, ¿por qué debería tener sororidad con ella?

Esperó a que Gabriel y yo terminemos, entró dos minutos después de que hayamos callado nuestros gemidos y aun temblando en los brazos del otro, interrumpiendo otra vez como si esta fuera su oficina, como si Gabriel siguiera siendo algo para ella.

Solo pude cubrir mis pechos, colocando las copas de mi sujetador en su sitio antes de cubrir a Gabriel para que esa horrible y espantosa mujer no lo mire. Mi novio abrochó sus pantalones e intentó acomodar su camisa antes de girarse hacia Mandy y pedirle que tome asiento. Quise irme, pero Gabriel me lo impidió y por la mirada suplicante que me dio, decidí no pelear y solo sentarme a su lado.

Ahora estamos sentados en un mismo sofá individual frente a esa odiosa mujer, comiendo en silencio y sintiendo mi ira bullir cada vez que la miro. Está sentada justo en el sofá donde Gabriel y yo tuvimos sexo. ¿Qué clase de loca hace eso?

Él rompe el silencio al suspirar y dejar su plato vacío sobre la mesita de noche. Mira a Mandy con tanta frialdad que es sorprendente. Gabriel no es así de frío con... bueno, con nadie. Es la primera vez desde que lo he visto no mostrar amabilidad o preocupación por alguien más.

—¿Qué estás haciendo aquí, Mandy? —pregunta con voz seria, el contraste perfecto a su look recién follado.

Mandy hace una mueca de desagrado. Sigue mirándome con asco.

—Lo mismo te preguntaría —responde, por fin apartando los ojos de mí y mirando a Gabriel.

Mi novio lanza una risa burlona.

—Honestamente, no entiendo las tonterías que dices.

—¿Te parece que esto es una tontería? ¿Lo que te encontré haciendo es una tontería?

Pongo los ojos en blanco. ¿Qué le pasa a esta ridícula?

Gabriel aprieta la mandíbula, mirando a Mandy con tanta frialdad que incluso yo me encojo un poco en mi asiento.

—La última vez que revisé, este sigue siendo mi despacho, parte de mi empresa, ubicado en el edificio del cual soy propietario. Así que, sí, tengo más razones para estar aquí que tú —dice lentamente, como si esperara que Mandy entendiera de una vez.

Coloco una mano en su pierna sobre su pantalón y él la toma por instinto, dándome un caluroso apretón, cosa que hace a su ex enrojecer de la rabia. Sus palabras han sido duras, pero por el ligero temblor en su voz, sé lo mucho que le cuesta enfrentarse a Mandy.

Y cuando la miro apretar los dientes y cambiar su expresión, entiendo el por qué.

Perra manipuladora.

—¿Te das cuenta lo que dices? —sus ojos se llenan de lágrimas y su rostro se vuelve rojo—. ¿Acaso... sabes lo mucho que sufrí al ver esta foto? —levanta la revista y quisiera reír al ver la portada.

Somos Gabriel y yo saliendo de la discoteca en Florencia y luce bastante inocente.

Si supiera lo que hicimos antes de que esa foto fue tomada...

—Mandy... —empiezo, pero ella me da una mirada mordaz.

—No estoy hablando contigo, perra.

Alzo mis cejas, pero la sorpresa no me dura mucho.

Mi Mejor Decisión (AD #4) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora