Jessica
Usualmente no suelo ser tan débil. No me sonrojo con tanta facilidad y tampoco me dejo intimidar de nadie, mucho menos de un hombre. Sin embargo, desde que Gabriel y yo empezamos a ser una especie de "amigos" cuando me mudé a Los Ángeles hace casi un año, no he dejado de ser una idiota total que vive sonrojada cada vez que él le habla.
No me malentiendas, odio a Gabriel Graham más de lo que he odiado a nadie. Su perfección absoluta me resulta más molesta de lo que jamás había pensado, y su masculinidad me resulta jodidamente inquietante porque parece los típicos hombres que le golpean al televisor cada vez que su equipo de fútbol no gana un partido. Sé que Gabriel no es ese tipo de hombre, es la representación del algodón de azúcar y es tan positivo que solo con hablar con él puedes sentirte mejor contigo mismo, pero su físico hermoso y masculino me resulta inquietante.
Su físico no es el único problema en el camino. Gabriel es lo más cercano a alguien bueno que he conocido. Su luz es tan cegadora y brillante que siento que alumbra mi oscuridad y lo odio por ello.
Pero también me doy cuenta de que lo deseo. Lo he deseado por mucho más tiempo del que quiero admitir, sin embargo, no me había dado cuenta de eso hasta ahora... cuando lo vi desnudo.
No puedo dejar de pensar en su cuerpo perfecto. En los montículos duros que formaban su cuerpo, los músculos marcados en su espalda, la tableta de chocolate dura que tiene por abdomen, sus tatuajes, sus pectorales duros adornados por pequeños pezones marrón rojizo, sus brazos, sus bíceps de los que me agarraría su yo...
Y después mis ojos bajaron más y más... aún me avergüenza el jadeo que lancé.
Jamás había visto una polla tan grande, y eso que no estaba dura cuando la miré.
¿Cómo será con una erección?
Siento el maldito calor en mi cara una vez más, el tenedor se queda congelado en el aire y yo trago el champiñón con mucha dificultad porque la boca se me ha secado. Tomo mi copa de vino que está sobre la mesa y doy un largo trago, intentando calmar la sequedad en mi garganta pero fallando terriblemente porque al levantar mi mirada, me topo con los ojos verde jade de Gabriel Graham mirándome.
Él corta su carne lentamente antes de meter un pedazo a su boca. Soy vegetariana, ese acto debería darme repulsión, pero por alguna extraña e ilógica razón, mi sexo se contrae, haciendo que apriete mis muslos.
Gabriel intenta ocultar su sonrisa mientras bebe un poco de su wiski.
Me remuevo incómoda gracias a mis bragas empapadas.
Lo odio tanto.
Culpo a mi año de sequía. Mi vagina está protestando por la falta de atención que le he dado el último año y siente cualquier estímulo con cualquier persona adulta que se le cruce.
«Mentirosa» —grazna mi subconsciente.
—¿Tienes calor? —pregunta Jorge a mi lado, tomando un champiñón relleno de mi plato.
Le doy un manotazo en el brazo.
—No.
—Estás muy sonrojada —dice, comiendo mi champiñón—. Guau... esto sabe a cielo —se gira hacia nuestra amiga Kylie, quien encabeza la mesa con su futuro esposo Jake—. Amo tus jodidas recetas.
Kylie se ríe, es una pelirroja bajita y sexy que arruinó su vida al volver con su ex y tener un hijo a los veinte años, pero ella lo llama "una maravillosa historia de amor", lo que se traduce a "ninguno de los dos sabe como usar un puto condón".
ESTÁS LEYENDO
Mi Mejor Decisión (AD #4)
Romance(Serie Amores Destinados, libro #4) Gabriel era la luz, Jessica era la oscuridad. Gabriel representaba el cielo, Jessica el infierno. Gabriel era el bien, Jessica era el mal. Eran tan diferentes, pero a la vez tan iguales... y eso no les impidió to...