Jessica
El lunes en la tarde me acerco a la oficina de Gabriel después de haber programado una cita para firmar el contrato y discutir nuestras clausulas.
El edificio de Luminance es pequeño y no es el más caro ni el más lujoso de la zona, pero es increíble como Gabriel puede ser el propietario de esto después de solo cinco años en las que fundó su propia disquera. Leí que tienen una cede en Nueva York manejada por Jake y abrieron una nueva sede en Londres, que maneja uno de sus amigos y cofundador de Luminance, pero Gabriel sigue siendo el CEO, y no mentiré, eso le suma muchísimos puntos a su atractivo por alguna extraña razón.
Entro al vestíbulo y más que otro edificio de oficinas del centro de Los Ángeles, luce como un bar roquero apestoso, pero que por alguna razón a los músicos les encanta. Miro todo muy fijamente, las paredes con toques granates y negros hacen ver todo más oscuro, al igual que las luces amarillas. Hay fotos de estrellas de la música en las paredes, así como un paseo de la fama con fotos de artistas de la talla de Taylor S. o Beyoncé grabando una canción en estas instalaciones.
Vaya... no soy tan amante de la música a pesar de que Dove es mi mejor amiga, pero es... no lo sé, interesante, supongo.
—Buenos días —saludo a la recepcionista cuando me acerco y ella me sonríe—. Tengo una cita en el área de gerencia.
—Buenos días, señorita Jones —dice la recepcionista—. El señor Graham le está esperando en su despacho.
Levanto una ceja.
—¿Cómo sabes mi nombre y que voy a ver al señor Graham?
—Soy muy eficiente en mi trabajo —me entrega una tarjeta negra con el nombre de Gabriel impreso con letras doradas—. Acérquese al ascensor número cuatro, es el que usan usualmente los artistas o el CEO, pero el señor Graham pensó que se sentiría mejor si usa ese en lugar de los ascensores comunales.
—Pues qué considerado —murmuro, sintiendo ligeramente calor en mis mejillas.
Miro la tarjeta y acaricio involuntariamente su nombre escrito en ella, luego me paralizo por lo que he hecho y la suelto sobre el mostrador como si quemara. La tarjeta cae con un ruido sordo.
La recepcionista me mira con confusión.
—¿Está bien, señorita?
—Sí... —me tiembla la voz y tomo la tarjeta de nuevo antes de sonreírle—. Nos vemos.
Le guiño un ojo antes de irme, un poco de coqueteo no se lo niega a nadie.
Entro en el ascensor y me apoyo contra la pared mientras miro hacia la pantalla que indica en qué piso estamos. Uno... dos... tres... Intento ignorar el martillar de mi corazón y como mis palmas empiezan a sudar. No hay razón para el nerviosismo y aun así siento como si estuviera a punto de darme un ataque de pánico y todo se debe a que voy a ver a Graham.
No es normal este comportamiento, tal vez tengo problemas cardiacos y no lo sé.
Milagrosamente, nadie entra al ascensor hasta que llego a la última planta, el piso treinta y tres. Las puertas se abren y salgo antes de entrar a una amplia oficina que parece más un departamento. Hay una sala de espera, grandes ventanales cubiertos por cortinas finas del piso al techo, piso de mármol. A diferencia del vestíbulo, este lugar es elegante, sobrio... vainilla.
Escucho como dos hombres discuten a través de la puerta semi abierta. Me acerco lentamente, esperando que mis tacones no se escuchen por encima de sus voces y veo a un tipo vestido como si saliera de una película punk de los setentas, con jeans rasgados y desgastados, una camiseta floja que luce vieja, aunque por la calidad, dudo que lo sea, y sus brazos están cubiertos de tatuajes al igual que tiene piercings en su labio inferior y otro en su ceja. Está hablando y puedo distinguir un ligero acento británico, pero lo que dice parece estar exasperando a Gabriel.
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Mi Mejor Decisión (AD #4)
Roman d'amour(Serie Amores Destinados, libro #4) Gabriel era la luz, Jessica era la oscuridad. Gabriel representaba el cielo, Jessica el infierno. Gabriel era el bien, Jessica era el mal. Eran tan diferentes, pero a la vez tan iguales... y eso no les impidió to...