69.- Peter

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Jessica

Estoy embarazada.

No es una simple suposición o un susto que vino solo por un retraso, o tan siquiera un pensamiento aleatorio. Es un hecho.

Estoy embarazada.

Totalmente embarazada y no tengo idea de como pasó.

Bueno, sí que lo sé, pero ese no es el punto.

Miro la hoja de papel que sostengo con ambas manos, en ella está impresa los resultados de la prueba que me hice en el hospital una vez pisé tierra estadounidense y justo después de visitar a mamá. Dice muchas cosas técnicas que no entiendo un carajo, pero si entiendo lo más importante:

Estoy embarazada.

Y es la cuarta vez que lo digo en el corto lapso de treinta segundos.

Cierro mis ojos con fuerza e intento respirar hondo. Ahora es oficial, cien porciento oficial.

Gabriel y yo vamos a ser padres...

Yo seré una madre.

Mierda...

Todo esto empezó cuando tuve un retraso de varios días. Debido al DIU que tengo hay meses en los que no me baja la regla, pero esta vez era diferente. Mi cuerpo se sentía diferente. Pensé que se debía a que estaba en Australia y mi cuerpo estaba sufriendo varios cambios por el ambiente diferente y la comida, pero después empecé a sentir como si un camión me pasara encima todas las mañanas... y también las náuseas se hicieron presentes cada día, cosa que no le di importancia porque sucedió lo de mamá y Peter y se me olvidó lo que estaba pasando conmigo hasta que llegué a la India y el simple olor de las especias me hacían tener ganas de vomitar.

Hice ocho pruebas en total mientras estaba ahí y todas salieron positivas a excepción de una, por lo que necesitaba asegurarme una vez llegara a casa y en efecto estoy embarazada, sentada en un consultorio y frente a mí está sentada una ginecóloga que me mira con profesionalismo, sin sentir nada, a diferencia de mí que me estoy muriendo aquí.

Su mirada me hace tener ganas de vomitar.

—Recuéstate en la camilla —me dice con voz suave—. Vamos a realizarte un eco.

La miro, completamente aturdida.

—¿Un qué?

—Una ecografía —me sonríe con amabilidad—. Vamos, acuéstate.

Me pongo de pie y voy caminando a la camilla lentamente. Me acuesto en ella al llegar, mis movimientos rígidos y en piloto automático.

Abro mi pantalón, dejando al descubierto mi vientre algo hinchado a diferencia de lo plano que es. Siento el gel frío y después la doctora coloca el transductor del ecógrafo sobre mi vientre. Hace un par de movimientos y teclea algo, mirando a la pantalla todo el tiempo. Yo también la miro, pero no logro saber qué es lo que está haciendo. Solo vislumbro un fondo oscuro.

—Aquí está —sonríe—. ¿Puedes verlo?

—¿Ver qué? —pregunto, frunciendo el entrecejo.

Ella señala la pantalla, justo donde una bolita blanquecina se muestra.

—Ese es el embrión —explica—. Tienes aproximadamente tres semanas de embarazo, así que es muy pronto como para escuchar su corazón, pero efectivamente aquí está.

—¿Tres semanas? —respiro hondo. Si mis cálculos son correctos, fue cerca del cumpleaños de Gabriel.

No puede ser...

Mi Mejor Decisión (AD #4) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora