Gabriel
Al momento en que mis manos se posan en su cintura para ayudarla a ponerse de pie, una corriente eléctrica me recorre todo el cuerpo, el aire se traba en mis pulmones, mis sentidos se agudizan. Todo sucede en cámara lenta, pero a la vez demasiado rápido.
El mundo se ha detenido. Todo deja de existir además de nosotros.
Todo se siente más profundo cuando la tengo en mis brazos.
Sus ojos azules se fijan en los míos y gracias a nuestra cercanía, puedo vislumbrar cosas que jamás había visto antes en ellos. No son completamente azules, motas grises y celestes se camuflan entre el azul, haciendo que su mirada sea más clara y profunda. También me fijo en que tiene un pequeño lunar en la cuenca de su ojo, casi es imperceptible, pero ahora que lo he visto no puedo dejar de hacerlo. Me concentro en el largo de sus pestañas, en sus pupilas dilatadas, en las líneas rojas que adornan sus ojos, como si hubiera estado llorando.
Mis ojos dejan los suyos y ahora pongo atención a su hermoso rostro. Su nariz es pequeña, perfecta, sus pómulos levantados, su mandíbula afilada, sus labios carnosos, con la forma perfecta. Tiene un pequeño lunar en su pómulo y una cicatriz imperceptible en su barbilla.
Es hermosa...
Mi corazón late rápido, como si al fin volviera a la vida después de tres meses sin verla, sin sentir a sus pequeñas manos posarse instintivamente en mis bíceps, o el calor de su cuerpo envolverme.
Jessica me estudia también, fijándose desde mis ojos hasta mi boca y después regresando a mis ojos. Estamos pecho con pecho, tan cerca que no puedo distinguir cuales son los latidos de mi corazón o los de ella. Sea como sea, ambos están sincronizados, como si su cuerpo y el mío hubieran sido hechos para estar...
—¡Jess!
... juntos.
Dove coloca una mano en el hombro de su mejor amiga y mi princesa se aleja de mí como si le hubiera quemado, mirando a su amiga e ignorando mi existencia.
Jessica da un par de pasos atrás, escapando de mi tacto. Aprieto mis labios y cierro mis manos en puños, recordando dónde estamos cuando todas sus amigas se acercan a ella y me hacen a un lado.
—¿Estás bien? —le pregunta Jane, mirándola con pánico y revisándola—. ¿Te golpeaste la cabeza?
—¿Te duele algo? —Kylie empieza a tocarle y Jessica hace una mueca cuando le toca su hombro.
—¿Por qué te caíste? —pregunta Dove, claramente preocupada.
Alguien me toca el hombro, haciéndome saltar en el aire y me giro hacia esa persona con el ceño fruncido.
Me relajo de inmediato al ver que es Logan. No porque me agrade del todo y me sienta cómodo con él, simplemente porque recuerdo que me había estado acostando con su hermana a sus espaldas.
Tengo hermanas menores, sé que son sagradas.
—¿Qué fue eso? —pregunta y la sangre se me congela en las venas.
—Eh... ¿qué? —pregunto, con voz temblorosa.
Él entrecierra sus ojos hacia mí, antes de suspirar y negar con la cabeza.
—Nada, ven te invito un trago.
—Pero tu hermana...
Mira a Jess y frunce el ceño.
—Tienes razón, iré a revisarla.
Logan se acerca a Jess y le toca el hombro, haciendo que ella emita un chillido. Doy un paso instintivo hacia ella, pero alguien me detiene.
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Mi Mejor Decisión (AD #4)
Romance(Serie Amores Destinados, libro #4) Gabriel era la luz, Jessica era la oscuridad. Gabriel representaba el cielo, Jessica el infierno. Gabriel era el bien, Jessica era el mal. Eran tan diferentes, pero a la vez tan iguales... y eso no les impidió to...