54.- Burbuja

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Gabriel

La vida está llena de momentos. Momentos pasajeros que no nos damos cuenta cuando pasan, momentos felices, otros tristes, momentos que se quedan con nosotros, momentos que nos cambian la vida para siempre... y momentos que nos son arrebatados, destruyendo todo lo que creíamos conocer.

He tenido un poco de todo. Un momento que me cambió para siempre fue una noche de navidad, cuando choqué contra una hermosa rubia que estaba tan perdida y sola como yo. Recuerdo ese momento. Un momento feliz, un cambio en mi vida. Sin embargo, también tuve momentos tristes... como cuando una mentira cruel me arrebató el corazón. Lo arrancó de mi pecho. Me mató. El día en que Mandy me confesó que mis hijas no eran mías fue probablemente el peor momento de mi vida...

Siempre he querido una familia, siempre había soñado con una esposa amada y muchos niños felices llamándome «papá» mientras jugamos a través de los pasillos de nuestro hogar. Nunca me ha gustado la soledad, por eso quería tanto tener una familia. No obstante, esa no era la razón por la que amaba a esas niñas. Es difícil ponerlo en palabras, pero una vez que nacieron, mi corazón sintió algo que pensé que era imposible. Un latido. Un momento que lo cambio todo. Fue amor a primera vista y no pensé que sería posible, pero lo fue. Lo sentí. Y ahora no sé si podré sentirme así otra vez, con otros hijos, con otra vida.

Ellas fueron el momento que se me fue arrebatado, y a pesar de que lo he superado, el dolor sigue ahí, esperando ser recordado. Esperando salir a la superficie.

Y justo en este momento... está resurgiendo. El dolor y el amor. La traición y el anhelo, mientras veo la casa de Alex a través de la ventana de mi coche.

Jess toma mi mano, entrelazando sus dedos con los míos, luciendo preocupada y esa simple mirada me hace adorarla todavía más.

—¿Seguro que estás bien, cariño? —pregunta con voz suave. Tan suave como la caricia de sus dedos.

Asiento, lanzando un suspiro y mirándola al fin.

—Lo estoy, Princesa. Solo... necesito tiempo. Ya sabes.

Ella acaricia mi mano mientras me mira como si comprendiera, como si supiera por lo que estoy pasando.

La amo.

La amo intensamente.

—No sé qué decirte —murmura, luciendo tan triste como suena—. Si supiera que hacer para no volver a ver esa mirada en tus ojos, lo haría.

—Jess...

—Odio verte triste, no puedes culparme.

—Princesa, no estoy triste. Solo... pensativo.

Hace una mueca.

—Pues piensa menos. Odio verte triste, no me gusta.

Sonrío y la traigo hacia mí, envolviendo mis brazos alrededor de su cuerpo. Beso su cabeza y su cabello me cosquillea la nariz.

—Te amo, Jessica Jones —murmuro, sin saber que decir tampoco.

No estoy acostumbrado a sentirme amado, apoyado. Yo era el que amaba más, el que daba más de lo que recibía, pero con Jessica es diferente. Ambos nos apoyamos, ambos estamos orgullosos del otro. Ambos nos amamos profundamente, sin dar al otro demasiado, sin que sea injusto.

Con Jessica conocí lo que es el verdadero amor, y cómo debe sentirse siempre.

—También te amo, Gabriel —susurra—. Recuérdalo una vez entres allí. Recuerda que estaré esperándote aquí y apoyándote como te lo mereces.

—Pensé que entrarías conmigo.

Ella separa su cuerpo del mío para mirarme a los ojos. Está sería, pero sus ojos brillan con emoción contenida.

Mi Mejor Decisión (AD #4) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora