Me quiero como morir

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Mi cuerpo dolía muchísimo, tenía tiempo que no me sentía de esta manera. No podía dormir, mire el reloj, eran las dos de la mañana, seguía dando vueltas en la cama, sabía que esto no iba a funcionar, como siempre, me levanté, lavé mi cara y mis dientes y fui directo al sótano. Encendí la luz y cerré la puerta.

No debía hacer ruido, mi abuela se preocuparía, así que me puse mis audífonos y saqué un lienzo nuevo, prepare mis pinturas y comencé a dibujar en el.

No se cuanto tiempo me tomo, pero pinte sin parar hasta comenzar a ver algo de luz entrar. Apague la luz y me acomode en el sillón. Mis ojos pesaban, me recosté un rato.

—Zarha, cariño? —la voz de nana me levanto —Tu tío vino de visita, sube para tomar juntos el desayuno, quieres? —me senté en el sillón con la mirada perdida aún por el sueño y asentí.

Subí y los encontré en el comedor hablando a gusto. De modo que me acerque a saludar, tenía mucho tiempo en no ver a mi único tío.

—¡Zarha! Pero que grande estás, muchacha —su amplia sonrisa llena de pequeñas arrugas al final de sus ojos me alegro.

—Tío —recibí su abrazo con gusto —casi no vienes por aquí, ya —me cruzo de brazos, indignada.

—Te hice espacio en mi agenda apretada —coloco un mecho de cabello detrás de su oreja.

Que largo estaba su cabello desde la última vez que lo vi, y los años le ayudan cada vez más, si, el era muy joven, mi abuela tuvo muchos problemas al tenerlo, ya que lo hizo muy tarde, pero aquí está, mejor que todos nosotros. Exitoso, joven, inteligente y talentoso, ah y con buen sentido del humor, así era mi tío favorito y único.

Hablamos entre todos durante el desayuno con emoción, mi abuela estaba feliz, no paraba de sonreír. Ni siquiera me dejó recoger la mesa ni lavar los platos.

Bajamos los dos al sótano.

—Bien, muéstrame lo que tienes —froto sus manos con emoción, sonreí.

—No es la gran cosa —minimize mis proyectos de inicio —pero tú critica seria buena —levantó las cejas y me encojo de hombros.

Inspecciona cada uno de ellos, se toma su tiempo y al finalizar se queda en el que comencé a trabajar esta mañana.

—Zarha...

—Lo sé, no debes ser tan rudo, es solo un hobbie —me rasque la parte de atrás del cuello.

Me miro frunciendo el ceño.

—No. Zarha —negó con su cabeza y mi garganta se secó —jamás había visto trabajos así, son... son... simplemente exquisitos.

Mi corazón revoloteó por primera vez en mucho tiempo. Sentí alivio escucharlo de él, el quien era mi ejemplo a seguir, de quien esperaba críticas duras pero buenas, su opinión era la más importante para mi.

—No seas ambicioso —.me senté en el mueble, subiendo mis pies en el, mientras abrazaba mis piernas.

—No es así... bueno tal vez algo, pero escucha —se sentó a mi lado —sabes que tengo buen ojo para el arte y eso —señaló mis cuadros —es arte puro, no se que te ha dicho Agustina, pero te apoyo al mil.

Lo sabía, desde el momento en que pise la casa de mi abuela y lo conocí, más que mi tío, era como mi hermano. Pero no dije nada.

—No le has contado, eh? —negué, ocultando mi cabeza en mis brazos —no importa, puedes iniciar con un nombre de anónimo si así lo prefieres o podemos esperar hasta que termines la escuela y hacer tu gran debut, ¿que opinas?

—No lo sé, paco —aquel sobrenombre que tenía tiempo salió a la luz.

—¿Es lo que quieres aún, no? —asentí —.bien, déjaselo a paco, te ayudaré, conmigo tienes todas las posibilidades de ganar, no creas que todos los artistas pasamos hambre.

Nos burlamos, mamá siempre le decía eso.

—¡Nerfario! —mi abue gritó su nombre y me reí, solo supo juzgarme con su mirada —¡Zarha! —abrí mis ojos y salimos corriendo, seguro hicimos algo malo y no sabíamos.

Fuimos a caminar los tres por petición de mi abuela, así también llegábamos a cada lugar por ella, con la maravillosa excusa de comprar cosas para el viaje de mi tío de regreso a Dallas.

Una cosa era segura, si me iba a Dallas con mi tío al terminar el colegio, estaría a tres horas y veinte minutos como muy poco. No se si mamá lo volverá a permitir, una cosa es vivir con la abuela y otra es vivir con el hermano que siempre tuvo diferencias.

—A lo mejor si la abuela le habla, ella podría considerarlo —susurro sacándome de trance, el sabía que estaba pensando en aquello.

—Porque tú no puedes, cierto? —se encogió de hombros.

—Ya sabes cómo nos llevamos, me desprecia levemente —fingió que por su cuerpo pasaba un escalofrío o me reí.

Llegamos a comer al restaurante que más le gustaba a mi tío, de comida China, la única mesa que había, estaba muy cerca de la familia "Di", Di Marco y Di Cerroni comiendo muy pasivos. Ignore su completa existencia y mi abue no los vio, así que pasamos desapercibidos, por ahora.

—¿Te vas a quedar callada? —mi tío me desafió.

—No, solo estoy esperando a que digas algo que valga la pena responder —musitó mirándolo mal.

Me quise reír y se que el también, éramos así, entre más mal nos tratamos más confianza había.

—¡Ah! Pero nada más miren que grande estás —hablo la señora del local, refiriéndose a mi tío —¿lo mismo de siempre? —esa señora tenía un crush es mi tío, siempre sabía lo que él pedía, pero se olvidaba de mi o era eso o yo le caía mal —espero que esta vez Zarha te haga quedarte.

Sonreí, obviamente eso no sería posible, el tenía una vida ya en la ciudad. Mi mirada se encontró con la de Mercy, quien tenía un ceño fruncido. Se pondrá viejo rápido si sigue arrugando la cara todo el tiempo.

Ordenamos y comimos, mi abue estaba de un buen humor y eso nos mantenía estable a todos, se que Paco vino a ver cómo se encontraba una vez le avisé, pero no le dijo directamente eso a mi abuela. Porque soltaría comentarios como "esperan a que me muera para venir a verme".

¿Ella? Era una exagerada.

—¿Cariño, ya le contaste a Nerfario sobre tu nuevo amigo? —por instinto mire a Mercy, quien hablaba con su abuelo.

—Nana, no es mi amigo, es tuyo —justifique comiendo un royo de sushi. Ella giró los ojos —además no debo notificarle nada, el ya tampoco me cuenta sobre su vida —me digne a verlo y su risa sonó en la mesa.

—Ves mamá, ella se quiere robar tu papel —se burló de nosotras.

Dios, trágame tierra, mi abue es muy indiscreta, el pudo haberla escuchado y sería un bochorno. Sentí mis mejillas calentarse por ninguna razón, me embutí para evitar decir alguna estupidez y si me pregunta por lo roja diré que la camisa está muy caliente. Así me pasan por tragona y no por... si eso.

Hasta que salga el solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora