Fue increíble el tiempo que pase en esta ciudad. Conocí a sus amigos y a sus padres. Mercy era muy diferente aquí, pero entendía. Aunque ya entraba esta semana a la escuela, debía volver, pero sorprendentemente no quería hacerlo. Quería quedarme ya aquí, con Mercy y mi tío, veía tanto mi futuro aquí, quede fascinada con la academia, con todo.
Así que di todo de mi este año, estudie muy duro y pase mucho tiempo con mi abuela, aún seguía siendo apartada de los demás. Luego de lo que paso. Pero no me importo.
La relación con mamá mejoró mucho. Venía más a menudo aunque fuera muy difícil por su trabajo y por la distancia. Mi relación por otro lado con Mercy seguía intacta, nos hacíamos videollamada todos los días, porque yo odiaba escribir mucho y no verlo. Prefería verlo y en el día no nos hablábamos. Para hacer contarnos lo que hicimos en el día en la videollamada y no quedarnos callados.
Si, estaba muy enamorada de Mercy. Aún por un teléfono, un mensaje, a minutos de una llamada mi corazón se emocionaba como loco.
No dejaba de pensar en el, al despertarme y al acostarme. No se que tipo de brujería era esta. Así que eso era amar a alguien...
Esta navidad el prometió venir y llevarme con el, ya que se graduaba y dijo que si yo no iba, el no tendría ninguna fiesta de despedida.
Seguí aprendiendo, a medida que más pintaba más técnica tenía y mi tío vino a inicio de diciembre a llevarse algunos de mis cuadros. Los mejores, los que más nos gustaron, para venderlos, así el crearía una cuenta a mi nombre antes de irme a estudiar.Mis manos sudaban y mi corazón quería salirse. No veía la hora de ver llegar a Mercy. Caminaba de un lado a otro, con desesperación. Cuando lo vi bajarse del tren mi sonrisa se disparó y corrí hacia el con todas mis fuerzas.
Al ver que yo iba hacia el, dejó caer la maleta y me atrapó, mi piernas se enroscaron en su pelvis y mis manos lo abrazaron por el cuello.
—Oh, vaya... —me abrazo con fuerza —,no esperaba esto.
No lo quería soltar, temía que si lo hacía, podría esfumarse como la lluvia cuando sale el sol, se evaporaría.
—¿Me vas a dejar respirar? —negué —bien, no me molesta.
Se agachó y tomó la maleta, comenzando a caminar. Su colonia deliciosa se pego a mi nariz. Cómo amaba su olor.
—Te extrañe —me separe y el se detuvo.
Mis ojos se aguaron, estaba tratando de recobrar fuerzas. No quería llorar. Puse mis pies en el suelo.
—Yo también te extrañe, Caperucita —sonrió y noté que se comenzaba a aparecer una barba, sonreí.
Sus labios me besaron y lo recibí con todo el cariño del mundo. Que bien se sentía, era como volver a casa, luego de un largo día.
Quería ser una garrapata, pero le dije que debía darle espacio. Lo deje en su casa, para que descansara y saludara a su abuelo. Me devolví a mi casa dando saltos, era la más feliz.
Estaba impaciente.
—¿Cómo llegó? —mi abuela sirvió la comida.
—Bien, abue —comencé a comer —,me sorprendió que mamá me dejara ir a su grado.
Vería a mi tío Paco también, estaba emocionada por ver cómo iba todo. Habían muchos planes de por medio. Le había dicho todo a mi abuela, mi emoción era grande y ella estaba feliz. Aún le preguntaba cómo se sentía todos los días y cómo iban las terapias. A mi solo me faltaba un año de escuela, cuando fuéramos a la ciudad, ella recibiría un mejor trato por expertos. Ahora, todo marcaba que iba bien. Era estable.
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Hasta que salga el sol
Romance¿Si la vida te da limones qué haces? Probablemente muchos pensaran automáticamente "una limonada" o en el mismo dicho de los abuelo, pero en realidad la respuesta es "Nada", la vida no te da limones porque si. Debes ir a sembrarlos y recogerlos tú...