Podría acostumbrarme a esto

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—¿Crees que es fácil? —parpadeo —inténtalo.

Le di el pincel y la paleta y un marco pequeño. Sería divertido ver aquello.

—Nunca dije que fuera fácil —enarcó una ceja —no soy bueno en las manualidades —lo mire mal y levantó las manos, tomando lo que le ofrecí.

Dudo al inicio pero lo comenzó a intentar, podía ver cómo se esforzaba y fruncía el ceño al ver la obra sin forma. Luego de unos minutos dejó todo a un lado y miro el cuadro, la intriga me mataba, quería ver que era. Lo giró y quede sorprendida.

—Wow...

—Lo se.

—Es muy abstracto —lleve una de mis manos a mi boca evitando reírme —¿que clase de persona es eso?

—¿No es obvio? —se burló, intercalando miradas entre el cuadro y yo y abrí la boca ofendida.

—¿Se supone que soy yo?, ni siquiera me miraste —me reí.

—No necesitaba hacerlo —se encogió de hombros.

—No es como que conozcas cada parte de mi a la perfección sin dudar —me cruce de brazos, pero no dijo nada y supe que estaba en lo cierto, mis mejillas picaban.

No quería que fuera incómodo esto.

—Podría mejorarse —trate de quitarle el cuadro.

—¿Que?, ¡No! —me miro ofendido.

No me importo, tome el pincel y trate de llegar a él, con su mano libre agarro mi mano, así que use la otra, era inútil el forcejeo, me acerque más y pude quitarle el cuadro.

—Vamos, déjame ayudarte —le sonreí, amable y comencé a pintar de rodillas a su lado, mientras apoyaba el cuadro en su muslo.

Mi espalda comenzó a doler, era incómodo pintar así. El pareció notarlo, pero no me esperaba ese movimiento. Me jalo y termine sentada en su regazo, ahogue un grito, me sentí fuera de lugar, así que insté para levantarme, el no lo permitió, me mantuvo ahí y señaló el cuadro.

Que más daba ya, me limité a continuar los retoques del cuadro, no lo cambie, solo le di un poco de forma, luego de un rato ya no me sentía incómoda, al terminar se lo mostré, sonriendo.

—Mejor, no crees? —asintió lentamente, poco convencido.

—Creo que el cuadro muestra cosas que no hay —tomó el pincel y mire al cuadro, esperando a que pintara en el.

Sentí frío en mi cara y abrí mis ojos. Tome su mano con el pincel, deteniéndolo.

—¿Pero que haces? —lo mire mal.

—Le hago justicia a la pintura —estaba segura que así no iba la frase. Levantó el pincel de nuevo.

—No te atrevas —lo amenace con un dedo, dejando el cuadro de lado.

No sirvió de nada, aún así, prosiguió con su acto. Otra pincelada llegó a mi nariz y la textura pesada me hizo arrugarla. Embarre mis dedos en la paleta y se los pase desde la frente hasta la mejilla. Abrió la boca con ganas de reprochar pero embarre su nariz con el pincel, arrebatándoselo.

Solté un chillido cuando me dejó caer de espaldas, con sus muslos, sostuvo los míos unidos tomó la paleta.

—Podría ser muy bueno en esto, si me lo propongo —embarro la yema de sus dedos y comenzó a embarrarme, pero yo aún podía detenerlo con mis manos. Se dio cuenta que sería más fácil si las sostenía, así que las tomó con una mano, y las paso por arriba de mi cabeza.

Me sorprendí tanto que el lo noto y sonrió orgulloso de su efecto.

—Mercy...

—Quieta lienzo —me apunto con su dedo colorido.

La pintura comenzó a hacerme cosquillas, sus dedos eran delicados, y probablemente estaba haciendo trazos a lo loco, pero no importaba, se sentía como terapia. Comenzó a descender por mi cuello y mi pecho. Sentía que debía mostrar resistencia o pensaría que estaba de acuerdo, que para ser precisos no estaba en desacuerdo pero...

Comencé a moverme muchísimo, el perdió agarre en mis manos y aproveché para embarrarle los brazos. Juraba que ahora lo escuchaba reír bajito, tratando de retenerme.

Alguien se aclaró la garganta y al darnos cuenta que no fue ninguno de nosotros nos gíranos.

—¿Michael? —la voz me salió en un hilo.

Vi cómo Mercy giraba los ojos. Intente levantarme pero Mercy apretó mis piernas, reteniéndome.

—¿Interrumpo? —su tono de voz fue algo apenado.

Me sentí mal, no me gustaba esta situación.

—Claramente —.Mercy respondió seco.

—No interrumpes nada, ¿necesitas algo? —sonreí, pareciendo lo más amable posible.

—¿Por que eres tan amable con el? —Mercy hablo tan bajo, solo para que yo lo escuchara.

—¿De que hablas? —no respondió, pero sus ojos seguían en los míos —párate, nos están viendo.

—¿Y? —sonrió y sabía lo que significaba esa sonrisa. Se inclinó hacia mi despacio —si vas a decir algo, dilo o vete —se giró hacia Michael, pero el no dijo nada —estorbas y no me molestaría besarla mientras ves.

Le sonrió a Michael de una forma cruel que hasta a mi me sorprendió, este Mercy era un misterio. Michael se quedó como paralizado, al igual que yo, así que Mercy no decía las cosas en vano, se giró a mi y me beso, justo como lo predijo.

Su cálidos labios atraparon los míos en un beso salvaje más salvaje que de costumbre, es decir, no es que nos besemos seguido, solo que... eso.

Como siempre su beso me causo mariposas en mi estomago. Su mano fue a mi cuello y de lo grande que es esta, su pulgar acariciaba mi barbilla en círculos. Quise gemir de placer, un suspiro salió de su boca y se separó lentamente. No vi a nadie por el rabillo de mi ojo, Michael debió hacerse ido, me sentí mal.

—¿Por que lo hiciste? —fruncí el ceño.

Jamás he entendido señales, prefiero preguntar siempre y confundirme.

—Porque quiero —sonrió, pero eso no pareció una respuesta completa, así que añadió —y me molesta como te ve.

Podría hacerme una arruga permanente en mi entrecejo cada que estaba con el.

—¿Por que te molestaría si no somos nada? —lamo mis labios por la re sequedad que empecé a sentir.

Se quedó pensando. Tal vez fui muy brusca, jamás he sido buena para esto.

—¿O si? —tenté, no creo haberme perdido de algo.

—Tal vez soy muy posesivo y no quiero que lo beses, te le acerques o lo mires —confesó en un susurro seductor.

Quise gritar.

No se por que.

Pero quería saltar, gritar y salir corriendo.

—No planeo aprovecharme de ti, Zarha —me soltó y se sentó a mi lado, hice lo mismo —Quiero mostrarte de que te has perdido...

No sabía que era exactamente y quise averiguarlo con el, parecía tan dispuesto a enseñar y yo a aprender.

—¿De Mercy? —bromeó y sonríe agachando su cabeza.

Dios, podría acostumbrarme a esto. Sip, creo que si lo haría.

Hasta que salga el solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora