— Si cambio de parecer y acepto la cirugía... ¿tú serías la que me opere? — Mon estaba de pie junto a la ventana, tranquila, con los brazos entrelazados detrás de su espalda. El viento que entraba movía las cortinas y su bata del hospital.
Todo en esa imagen era calma y se sumaba al silencio que se hizo presente en la habitación. Sam no esperaba que la castaña hiciera tal petición.
— ¿Qué?... No seas tonta, esa no es una decisión que yo debería de tomar, además, no estoy a cargo de tu caso. Técnicamente, incluso si pudieses pedir un doctor diferente, no veo la razón por la cuál eso sea necesario — respondió la cirujana después de varios segundos.
— Aww, qué mal... Y yo que estaba a punto de considerarlo. He oído que los doctores constantemente se sienten inquietos al operar, ¿Me equivoco? — Mon miró a la cirujana de forma juguetona.
Sam no sabía qué responder, solo miraba a la castaña que poco a poco se acercaba a ella.
— Algunos doctores en realidad se obsesionan con ello, ¿Qué hay de ti? ¿No quieres ser mi cardiocirujana?
— Bueno, tienes razón en la parte en la que disfruto mi trabajo. Pero no caería tan bajo como para robar el caso de otro doctor justo debajo de sus narices, ¿sabes? — Sam no cedería ante los encantos de Mon tan fácilmente, y menos en una situación tan delicada como su operación. — Además de que no soy adicta a abrir a las personas, lo haces sonar bastante morboso.
— Aaah... está bien — Mon suspiró y regresó hacia la ventana al ver que había fracasado con la pelinegra. — El Dr. Aon me dijo que seré libre para irme pasado mañana — la joven miraba el paisaje fuera de su habitación, anhelando por fin disfrutar de la brisa fresca y los rayos del sol.
— Eso es algo bueno, asegúrate de cuidarte en casa.
— Una vez que esté fuera de aquí y si no estás ocupada... ¿Quisieras intentar tener una cita conmigo? — de nuevo, apareció la animada y radiante Mon, haciendo preguntas sin tapujos.
— Naa, no salgo a citas — y ahí estaba la Doctora Anantrakul, alérgica a las citas y todo el espectro del amor.
— Buu... ¿Qué te pasa? Realmente no tienes sentido para las relaciones, doctora — Mon hablaba mientras hacía un puchero por el rechazo, por supuesto, la joven no se rendiría tan fácilmente. — Bueno, como sea. No tiene que ser una cita, podríamos tener simplemente una salida de chicas y comer, algo así.
— Vale, vale, está bien. Me aseguraré de llamarte cuando tenga un día libre — la pelinegra rio ligeramente, no hablaba en serio, solo esperaba que con su respuesta la joven se quedara tranquila y no se tocara más el tema. Después de todo, no creía volver a verla, solo sería posible cuando la ojimiel fuera al hospital a sus chequeos.
— Doctora, ¿puedes prestarme tu teléfono? — Mon extendió la mano hacia Sam, esperando que ella le diera lo que había solicitado.
— Claro, toma... ¿Qué harás con él? — al encontrarse distraída, como era costumbre para Sam últimamente, en automático entregó su móvil a la joven. No entendía qué estaba pasando, solo veía a Mon tecleando hasta que escuchó otro teléfono sonar.
— ¡Todo listo! ¡Ahora, incluso si lo olvidas, simplemente te llamaré! — la joven rio inocentemente, fue más lista que la cirujana y consiguió su número, sabía que la pelinegra no se lo daría ni buscaría la forma de contactarla fuera del hospital.
Mon podía ver a través de esa máscara de seriedad que Sam usaba y notaba que estaba sola, que no permitía que nadie se acercara realmente a ella. Quería saber qué había detrás de esa mirada fría, su instinto le decía que podría ser una persona cálida y deseaba ver esa faceta que la pelinegra no mostraba a nadie.
ESTÁS LEYENDO
𝐔𝐧 𝒔𝒐𝒍𝒐 𝐥𝐚𝐭𝐢𝐝𝐨 [+𝟏𝟖]
FanfictionSamanan Anantrakul, una cirujana cardiovascular, no cree en el amor. Opina que, junto a la fidelidad, es solo una fachada para tener sexo. Por eso, no busca relaciones serias y se acuesta con cualquier chica que le guste. Esto es así hasta que conoc...