Capítulo final

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Sin más quejas, Phum condujo lo más rápido posible para llevar a su hermana a buscar a Sam. Una vez que llegaron, Mon bajó del coche de prisa y entró al edificio.

Buenos días, subiré al departamento de la doctora Anantrakul — dijo la ojimiel al portero del edificio.

Buenos días, señorita Mon. La doctora no se encuentra, se fue hace un momento al aeropuerto.

¿Qué? ¿Al aeropuerto?... ¿Por qué? ¿Sabe a dónde va? — la castaña detuvo su carrera hacia el elevador y se dirigió a él.

No me dijo su destino, solo me comentó que se mudaría y ya dejó todas sus cosas listas para la mudanza. Me parece que su vuelo sale a mediodía — respondió el hombre.

¡¿Se mudará?!

Mon intentó asimilar el hecho de que la pelinegra tomaría un vuelo con destino desconocido.

Gracias — respondió rápidamente y salió corriendo del edificio.

No... No puedes simplemente irte así, sin verme...

¿Qué? Señorita Mon... — el hombre se rascó la cabeza, preocupado por haber causado un malentendido.

¡PHUM! ¡AL AEROPUERTO, DE INMEDIATO! — ordenó a su hermano en cuanto subió al coche.

¡¿QUÉ?!

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¡Apresúrate! ¿Qué pasa con esta velocidad? ¡Apenas estamos avanzando! — Mon presionaba a su hermano luego de unos minutos en carretera, que a la joven le parecieron una eternidad.

¡¿Podrías calmarte?! ¡Estoy conduciendo lo más rápido que me permite la ley en esta zona!

¡Cállate y conduce más rápido! ¡A este paso no llegaré a tiempo!

¡Mira, no sé cómo ir más rápido que esto! ¿Al menos sabes su número de vuelo y todo eso?

Eh... No.

¡¿Entonces cómo demonios vas a encontrarla?! ¿Por qué no la llamas?

Sería más sencillo, así...

Agh... por las prisas olvidé tomar mi teléfono, ¿Puedes prestarme el tuyo?

Te recuerdo que me sacaste a rastras de la casa y solo me dejaste tomar las llaves del auto...

Mierda... — la joven mordió su pulgar, intentando controlar sus ansias.

ChamCham... ¿Simplemente vas a dejarme así... sin siquiera una despedida?

Los nervios comenzaban a consumir a la ojimiel. No sabía qué haría cuando llegara al aeropuerto, ni en qué lugar buscarla. Deseaba poder alcanzarla y hablar con ella antes de su partida.

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Finalmente, Mon y Phum llegaron al aeropuerto. La ojimiel salió corriendo de nuevo del coche, dejando a su hermano atrás.

¡Te vas a caer si corres así! — el joven intentó persuadir a su hermana en vano, la castaña siguió corriendo hasta entrar al edificio.

Mon siguió en su carrera y, a pesar del cansancio, no paró hasta llegar a las pantallas donde se anuncian los vuelos y las puertas de abordaje. Se detuvo y se quedó perdida unos segundos en ese caos de letras y números.

𝐔𝐧 𝒔𝒐𝒍𝒐 𝐥𝐚𝐭𝐢𝐝𝐨 [+𝟏𝟖]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora