Capítulo 8

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¿Mon, estás aquí? ─ se dirigía a la habitación de la ojimiel, cuando se percató de lo ordenado que estaba el lugar. ─ Está todo muy limpio... ¿Ella hizo todo esto? ─ caminó a la habitación de la joven. ─ Oh, ahí estás.

Una vez más, Sam veía a Mon dormir e, involuntariamente, una sonrisa se apoderó de ella.

Mon... Levántate y brilla, dormilona. Este no es momento para que estés durmiendo así ─ dijo inclinándose hacia ella. Sin pensarlo, se dejó llevar por el impulso que sentía de tocarla. Su mirada viajó por las curvas de Mon, que se definían perfectamente porque solo estaba usando un short de mezclilla y una blusa de tirantes blanca.

Sam retiró un mechón de cabello de su cara, y ancló su mirada en su boca. Por varios segundos, se mantuvo pérdida, admirando sus labios tan llenos y rosas. Sin poderlo resistir, los acarició con su pulgar.

Mmm... ─ la caricia de la pelinegra, despertó a Mon. Sam solo pudo salir del trance en el que se encontraba, cuando vio a la ojimiel removerse en la cama. ─ Oh, ya regresaste... Bienvenida ─ dijo la joven, en medio de un tierno bostezo.

La pelinegra se alejó de ella, viendo cómo se sentaba y despertaba por completo.

Lo siento, me quedé dormida... Creo que me sobre exigí limpiando el departamento.

¿Y quién te dijo que lo hicieras? Eres débil. Deberías de quedarte quieta y no excederte ─ a pesar de sus palabras, la mirada de Sam mostraba calidez.

Todo ese trabajo y ni siquiera un "gracias" de tu parte... ¿Qué más se suponía que iba a hacer? Obviamente, estás ocupada y no quería estar de perezosa ─ y ahí estaba ese pucherito tan característico de ella cuando se molestaba. ─ Y te agradecería si no me llamaras débil.

Déjame verte ─ pidió la pelinegra, colocando su mano en el cuello de Mon.

¿Eh? O-oye... ¡¿Qué estás haciendo?

Solo cállate y quédate quieta. No te haré nada ─ la miraba fijamente. Colocó sus dedos índice y medio para medir su pulso carotídeo.

Mon se quedó quieta y evadió la mirada de Sam, su cabello alborotado quedó de lado y su cuello y escote estaban expuestos a la pelinegra. Tragó en seco, porque ese toque la estaba alterando.

Mierda... Puedo sentir su corazón latiendo tan clara y fuertemente... a través de su suave y cálida piel. Lo que está frente a mí en este momento es deslumbrante... fascinante. Su vida en este mundo recién acaba de empezar... Qué futuro tan trágico sería, si se la arrebataran tan rápidamente...

Sam recorría con la mirada el rostro de Mon, que se encontraba ligeramente sonrojado.

Esos ojos, tan profundos como el ámbar y siempre con una pizca de picardía... Esos voluptuosos labios que complementan su delgado rostro...

Sam admiró cada detalle en Mon y se perdió en ella y sus latidos.

No quiero que nuestro contrato... termine aún.

Listo... terminé ─ dijo la pelinegra, aclarándose la garganta y alejando su mano del cuello de la ojimiel. ─ Te... cocinaré esta noche. Así que, siéntate y relájate, ¿Vale?

¿Sabes cocinar? No pensé que fuera así ─ Mon ya se había recuperado de lo que había sucedio.

Puedo cocinar un poco, supongo. Cosas simples ─ Sam sonrió, encogiéndose de hombros.

No me enfermaré con tu comida, ¿Verdad?

Eres una idiota... ─ su ego había sido herido, pero le demostraría que podía preparar la cena sin intoxicarla y salió rumbo a la cocina.

𝐔𝐧 𝒔𝒐𝒍𝒐 𝐥𝐚𝐭𝐢𝐝𝐨 [+𝟏𝟖]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora