Capítulo 18

1.5K 141 1
                                    

Ella es la indicada, la única que ahora me hace feliz. Pasamos nuestro tiempo juntas, aprendiendo una de la otra. Se ha convertido en una parte de mí, y yo soy una parte de ella. Ya sea entre risas o llanto... o mientras hacemos el amor... Sentimos como si supiéramos que nos pertenecemos la una a la otra.

Sam pasaba sus días de suspensión entre el ejercicio, los barcos a escala y las piernas de Mon, que se mostró estable desde su último incidente. Cuando la ojimiel no tenía clases, aprovechaban el día paseando y recorriendo la ciudad en motocicleta. La castaña era feliz en ese momento, al poder sentir el aire fresco revolviendo su larga melena y abrazada a Sam, sintiendo su calor y seguridad. La pelinegra adoraba sentir los brazos de la joven alrededor de ella, se sentía segura al tenerla así, pegada a su cuerpo, sintiendo la libertad y la calma. Y al anochecer, las dos disfrutaban hablando sobre su día, ya sea que lo pasaran juntas paseando o separadas cuando Mon estaba en clases.

Hacían el amor en cada oportunidad, Sam nunca se sintió tan insaciable, necesitaba más y más del cuerpo y el sabor de Mon, era adicta a ella, aunque siempre intentaba contenerse lo más posible porque no quería que la joven hiciera demasiado esfuerzo físico. Pero por más que intentara contenerse, las ganas de besarla en cada rincón de su cuerpo, de hacerla suya en cada rincón de la casa, le ganaban la mayoría de las veces.

Mon se dejaba hacer y deshacer entre las manos y la boca de la pelinegra, tampoco tenía suficiente de su pasión, sin importar qué tan cansada se pudiera sentir. No tenía la fuerza, ni las ganas de decirle "no" a Sam y esa implacable mirada llena de pasión que le hacía temblar las piernas cada que la veía de esa forma. En cuanto la pelinegra la miraba así, se sentía desnuda al instante y húmeda, se mojaba solo de anticipar todo lo que la doctora haría hasta saciarse.

Incluso si todo empezaba como un abrazo o un beso tierno, en segundos sentían cómo sus cuerpos se calentaban y necesitaban más contacto, eran como gasolina y fósforos provocando el más grande incendio en su interior. Y la única forma que tenían de sofocar esas llamas era hacer el amor una y otra vez, comerse a besos y perderse en sus miradas mientras llegaban al clímax. Pasaban los días amándose sin medida, perdidas en su propia burbuja donde solo existían ellas y su felicidad.

。゚☁︎。⋆。 ゚☾ ゚。⋆。゚☁︎。⋆。 ゚☾ ゚。⋆。゚☁︎。⋆。 ゚☾ ゚。⋆

287... 288...2...89. ¿Dónde íbamos? ¿280? — Mon se encontraba sentada en las piernas de Sam, contando las abdominales que la pelinegra hacía, pero su concentración estaba siendo interrumpida por el libro que leía.

Oye, oye. Es 290, Mon. No eches a perder esos últimos 10 esfuerzos, ¡Vamos, concéntrate! — la pelinegra seguía ejercitándose. — ¿Cómo voy a terminar si ni siquiera estás contando apropiadamente?

Oh, lo siento. Justo estaba comenzando a ponerse bueno el libro — la ojimiel dijo con indiferencia, leyendo. — Pero está bien pasar tu límite establecido... Podrías lucir un abdomen más firme.

La pelinegra hizo un puchero y tomó más impulso para alcanzar los labios de Mon, robándole un beso que la tomó por sorpresa.

Listo, ¿Eso es más entretenido que tu libro? Es algo de motivación para ambas — dijo de forma coqueta al ver el sonrojo de la ojimiel, quien se mantuvo en silencio por unos segundos.

¡¡VALE, HAGÁMOSLO APROPIADAMENTE DESDE EL COMIENZO!! — pidió Mon, dejando de lado el libro.

¡¿QUÉ?! ¡¿POR QUÉ?!

GUARDA SILENCIO Y EMPIEZA DE NUEVO, VAMOS... — la ojimiel había encontrado algo mucho más interesante que su lectura y Sam no podía negarse a su pedido, porque su recompensa eran los besos de Mon.

𝐔𝐧 𝒔𝒐𝒍𝒐 𝐥𝐚𝐭𝐢𝐝𝐨 [+𝟏𝟖]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora