Capítulo 10

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Buenoooos díaaaaas.

Buenos días. Aquí tienes, la doctora me pidió que lave esto. Oh, y vendré todos los miércoles para recoger tu ropa, comenzando desde la próxima semana ─ dijo la señora encargada de la lavandería, entregándole a Mon la ropa limpia de Sam.

¡Muchísimaaas graciaaaas! ─ esa mañana, la ojimiel volvía a brillar, irradiaba luz como de costumbre. Amablemente, se despidió de la señora y entró al departamento.

Le dije que iba a lavar esto... incluso llevará mi ropa. No tenía que hacerlo ─ Mon se sorprendió gratamente de que Sam se quisiera ocupar de la ropa de ambas. ─ Supongo que debería de guardar esto ─ dijo entrando a la habitación de la pelinegra, guardando su ropa en el closet.

Una vez que terminó su labor, se quedó admirando la habitación. Caminó hacia la cama de Sam y acarició las sábanas.

Su cama... No duerme mucho en ella.

Soltando un suspiro, se dejó caer en ella y se recostó, la nostalgia comenzaba a invadirla.

Han pasado dos días... Debe de estar muy ocupada.

Desde que Sam salió esa noche con Rose, pasaron 2 días sin que regresara al departamento, Mon trataba de mantenerse ocupada y no pensar mucho en ella, pero inevitablemente siempre terminaba haciéndolo.

Aquí... donde ella ha dormido... Hay un débil olor de su dulce perfume.

Mon hundió más su cabeza en la almohada de Sam.

Doctora... La imagen de Sam estaba en su mente, tan clara, y enseguida pensó en aquel beso, aún recordaba claramente cómo se sintió. Acarició sus labios, bajando lentamente su mano por su cuello y su pecho. Comenzó a imaginar cómo sería ser tocada por ella, cómo se sentirán sus manos recorriendo su cintura, bajando a su cadera desnuda, mientras su aliento caliente y húmedo se mezclaba con el de ella, en medio de besos apasionados.

Siguió bajando con su mano, levantó su vestido y acarició su cuerpo, pensando en ella y Sam desnudas en aquella cama, dejándose llevar por el placer. Recorrió su abdomen, suave y lentamente, hasta bajar al borde de sus bragas.

Estaba a punto de tocar su centro, cuando a su mente llegó la imagen de Sam sobre su cuerpo, mirándola con cariño y sonriendo mientras decía su nombre, Mon, pero escucharla hizo que saliera de esa nube de excitación en la que estaba y se levantó abruptamente de la cama.

¡¿MIERDA, QUÉ ESTOY PENSANDO?! ─ salió rápidamente de aquella habitación.

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Sam era un zombie que vagaba por los pasillos del hospital con su café. Sus ojeras y cansancio eran tan evidentes, que las personas preferían no acercarse a ella.

Sam.

¿Sí? ─ la pelinegra giró al escuchar que el Jefe de Cirugía le hablaba. Su rostro demacrado evidenciaba que no había estado durmiendo nada.

¿Cuánto tiempo has estado aquí? ¿Siquiera has salido del hospital?, siento como si te hubiese visto demasiado últimamente.

Dos días, señor.

Solo mírate... En este estado preferiría que simplemente vayas a casa y duermas. Ya no eres una interna, Sam, ¿Por qué insistes en actuar como una?

Pero...

Es una orden, no trates de discutir conmigo. Vete y descansa hasta que te repongas. No quiero verte por aquí en los siguientes dos días, ¿He sido claro?

𝐔𝐧 𝒔𝒐𝒍𝒐 𝐥𝐚𝐭𝐢𝐝𝐨 [+𝟏𝟖]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora