Capítulo 12

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Es por esta chica... La recuerdo, la vi hablando contigo una vez. Ella debe ser la razón por la cual has cambiado tanto... — Sam recogió los documentos, la morena la miraba llena de enojo. — Desde que apareció en escena, no has sido la misma de siempre.

No entiendo qué tiene que ver eso contigo.

¿Has olvidado tus deberes como doctora? Involucrarte demasiado con tus pacientes va contra las reglas. Ese es un comportamiento poco ético — reprochó, desafiándola con la mirada, esperando que se aleje de Mon.

¡¿Y qué?! ¡¿Qué te importa si lo es?! — Sam la veía con desdén, encarándola. — ¿Me estás amenazando, Kade? Puedo salir, no, incluso puedo cogérmela si así lo decido y tendría cero consecuencias, ya que no soy su doctora — la pelinegra poco a poco acorraló a la enfermera. — No estás celosa, ¿Verdad? Solías ser mi favorita, ¿Sabes? Oh, lo siento... Mi juguete favorito, sí — dijo con una sonrisa cínica. — No te hagas ilusiones, Kade. Incluso si dejas a ese tipo.... Todo terminará eventualmente. Si seguimos involucradas... nuestra relación también, pronto dejará de existir. Tómalo como una última advertencia, estos son mis asuntos personales. Así que, piérdete, al final, ni siquiera te dirigiré la mirada — su expresión era intimidante y fría.

Sam salió azotando la puerta, dejando a la morena frustrada y desorientada. Nunca imaginó que la pelinegra reaccionaría de esa forma, la había herido, sus esperanzas fueron pisoteadas.

La doctora se dirigió a la sala de descanso, intentando relajarse, nunca buscó herir de esa forma a Kade, pero la amenaza contra ella y que quisiera involucrar a Mon, la hizo perder los estribos.

¿Qué es lo que estoy diciendo? — suspiró la pelinegra.

¿Sexo, con Mon? Claramente, eso es mucho más fácil de decir que de hacer... Incluso si es con su consentimiento... Considerando todos los riesgos, muchas cosas podrían salir mal.

La tensión que pondría en su corazón... eso no va a terminar bien.

Me pregunto qué estará haciendo — volvió a suspirar, buscando en su cuello la alarma, para sentir a la ojimiel un poco más cerca. — Maldición... ¡¿La olvidé en casa?! — Sam notó que no lo llevaba consigo. — Probablemente esté bien.... Aunque debería llamarla solo por si acaso...

La pelinegra marcó al teléfono de Mon, pero no respondía, insistió varias veces, obteniendo el mismo resultado.

Vamos... ¿Qué está haciendo? No tiene clases hoy... Debería de estar en casa... — los nervios comenzaron a dominarla, al no poder comunicarse con ella. — QUIZÁS ESTÁ TENIENDO UN ATAQUE... No, no. Su hermano ya la hubiera traído... — la pelinegra comenzó a caminar en círculos, pensando en mil escenarios y ninguno era de su agrado. — DEBERÍA DE IR A CASA Y REVISAR, SOLO PARA ESTAR SEGURA... Pero tengo la junta del personal al mediodía...¡¡MIERDA!! ¡¡NO QUIERO ARRIESGARME, TENGO QUE IR!! — Sam se cambió el uniforme en tiempo récord y salió corriendo.

¡¿Doctora?! ¡Doctora, espere! ¡¿A dónde va?! La junta es dentro de poco, el director exigió que todos asistamos — dijo una de las enfermeras al ver cómo Sam huía del hospital.

Sí, lo sé muy bien... Olvidé algo en casa, así que, solo estaré fuera un momento. No te preocupes, regresaré antes de que comience la junta.

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Finalmente, Sam llegó al departamento y se extrañó al notar lo tranquilo que estaba, no había rastro de la castaña por ahí.

𝐔𝐧 𝒔𝒐𝒍𝒐 𝐥𝐚𝐭𝐢𝐝𝐨 [+𝟏𝟖]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora